En un mundo donde es noticia lo que los medios repetimos cada día una y otra vez y donde lo que no publicamos no existe, las negociaciones para formar gobierno han sido noticia, sí, pero no mucho. Digamos que ha sido una noticieta más. La que iba entre la nueva serie que se estrena en Netflix y el último debate sobre Rociito. ¿Y sabe por qué? Porque teníamos una noticia de verdad para entretener a nuestros clientes: la pandemia. Sin virus, cada día un montón de periodistas ociosos habríamos estado arriba y abajo persiguiendo negociadores a ver qué. Pero no. Ahora estamos muy ocupados con una noticia de verdad y no nos ha hecho falta inventarnos nada para tener hueso de primera calidad para darle sabor al caldo.

La política catalana ya no vende. En cambio la de Madrid sí. Porque realmente aquello no era política sino espectáculo. Y no hay nada más poco lucido visualmente que señoras y señoras negociando. Sobre todo si lo comparamos con un circo donde actúa el payaso que explicaba chistes de Arévalo y el hombre que lo tenía todo doble. Nos hemos convertido en el comodín del público de un concurso casposo donde siempre concursan los mismos contestando siempre igual a la misma pregunta de siempre.

Y mientras las negociaciones no existían (porque no hablábamos mucho de ellas), los medios catalanes hemos estado una semana triturando el cerebro de nuestros clientes con la final de la Champions de fútbol femenina entre el Barça y el Chelsea. Y hemos creado una burbuja que ha permitido una cosa absolutamente inaudita no hace mucho consistente en que un partido de fútbol jugado por mujeres tuviera 778 mil espectadores de media, un 28,4% de share y que hasta un millón seiscientos setenta mil espectadores (y espectadoras) catalanas se conectaran en algún momento con la transmisión.

Y no, antes que la Asociación Mundial de Ofendidos y Ofendidas Por Cualquier Cosa (AMOOPCC) digan que estoy criticando que se hablara sobradamente de este partido, que eso haya beneficiado la resonancia que ha tenido y que hoy muchas niñas se planteen jugar a fútbol, pues no, no estoy diciendo esto. Lo que intento explicar es que las cosas son o no son dependiendo de sí los medios les ponemos el foco. Las noticias son como el agua, el espacio que no ocupa una, lo ocupa otra. Y hace dos años la anterior final que jugó al Barça no tuvo la misma audiencia porque a los medios no nos interesó como ahora.

Cuando los bares todavía estaban medio cerrados, se hizo viral un tuit del actor Pep Cruz. Se quejaba de que había ido a comprar a un supermercado, tuvo una urgencia fisiológica, no tenía ningún establecimiento público dónde ir, pidió poder usar su lavabo y le dijeron que no. Eso destapó el problema de los miles de personas que transitan cada día por la calle y por el transporte público y, con los bares cerrados, no tenían donde ir a evacuar urgencias. Y de repente los medios hablamos de esta realidad que estaba pero que nadie había manifestado. Y el problema inexistente, pasó a existir.

Lo mismo sucedió con dos madres quejándose en twitter de la soledad con que tuvieron que afrontar los problemas mentales de dos hijas de 13 años. La una con anorexia y la otra con varios intentos de suicidio. La administración no prevé que a estas edades sucedan estas cosas y resulta que suceden. Cada vez más. Pero como no salen en los medios, no existen. Como las reuniones para formar Gobierno o las mujeres de un equipo catalán jugando hace dos años una final de Champions de fútbol.

Estaría bien que el nuevo gobierno hiciera alguna cosa para afrontar las enfermedades mentales de los más jóvenes, la pandemia que vendrá después de la actual y que no existe porque los medios hablamos de otras cosas. Las que interesan realmente a la gente y nos dan clics.