Los intereses han prevalecido sobre las pasiones, que eran las que desde mayo habían envenenado el ambiente intensificando un conflicto comercial que ponía en peligro la economía mundial. "Las negociaciones vuelven a ponerse en marcha", dijo Donald Trump después de un encuentro en Osaka con Xi Jingping que duró tan sólo 80 minutos, 10 menos de lo esperado, pero que dio vía libre a Huawei para proveerse en empresas americanas.

No habrá nuevos aranceles sobre el 50% restante de las exportaciones chinas hacia América, pero de momento se mantendrán las sobretasas impuestas anteriormente.

En EE.UU., el impacto directo sobre empresas, consumidores y agricultores ha creado un ambiente hostil hacia Trump, que hace unos días abrió su campaña presidencial para las elecciones de 2020. En el Imperio del Centro, la pérdida de velocidad de su economía no ha sido remediada con las políticas expansivas internas aplicadas por Pekín y el Banco de China. Una pausa en el contencioso la por la hegemonía mundial se imponía. La escalada no interesaba a ninguna de las partes.

El "90% del acuerdo ya está cerrado", indicó Steve Mnuchin, secretario del Tesoro. Por su parte, Xi Jinping ha prometido a las víctimas de robos de propiedad intelectual que serán compensados.  

En las reuniones previas al encuentro clave del G 20, Xi Jinping, Putin y el primer ministro indio Narendra Modi propusieron que el trío China, Rusia e India debían asumir la responsabilidad global. Al final, el multilateralismo nominal del G20 se ha impuesto gracias al apoyo de Trump a su socio el primer ministro japonés Shinzo Abe, si bien la Casa Blanca no se ha sumado a los acuerdos de París sobre el cambio climático. 

En este sentido, la libertad de movimientos  que Washington ofrece a Huawei despeja una cuestión de gran alcance que ha sido tratada en Osaka: el desacoplamiento de EEUU y China. Pekín llegó a  promover una nueva Larga Marcha, que significaba que el país estaba dispuesto a vivir una larga fase de penuria si era necesario.

Este punto de ruptura ya se había manejado en EEUU, donde son conscientes de que la hegemonía se juega en el terreno tecnológico. Pues bien, la agencia financiera de calificación de riesgos S&P había indicado que "privando a Huawei el acceso a los proveedores americanos, Donald Trump empujaría al grupo chino a acelerar sus desarrollos para convertirse en plenamente autónoma". 

Alejando el temor de un nuevo Yalta con la emergencia de dos bloques tecnológicos, los expertos indicaron que si las dos partes encuentran un camino hacia nuevas negociaciones China se está preparando para una fuerte competencia a largo plazo. Existen visiones del mundo muy diferentes, lo que hace pensar que el contencioso entre ambas superpotencias va a ser muy largo ,