¿Existe la politización del deporte? Le respondo con dos preguntas. Cuando la gente vibra con un desconocido que gana una medalla en tiro con arco en los JJOO, ¿usted cree que la pasión le viene por el amor repentino al tiro con arco o por el amor a la patria? ¿Los seguidores de La Roja conversos al Piquerismo, ¿han cambiado de opinión porque se han rendido al fútbol del blaugrana o porque un gol suyo ha permitido ganar a España?   

Y, ¿existe la deportización de la política? O, para ser más concreto, ¿la futbolización de la política? Mirémoslo.

Los debates, en sí mismos, ya son como un partido de fútbol. Los candidatos salen a la defensiva o al ataque dependiendo de sí el empate ya les va bien. Se trata de hacer un buen resultado por encima de ofrecer buen juego (dígale que importa más no pifiarla que las ideas planteadas). De hecho, sólo acabar, el gran interés es saber quién ha ganado. A gran velocidad hacen falta encuestas para saber el vencedor. "¿Quién ha ganado, quién ha ganado?", clama todo el mundo. En cambio, nadie grita “¿quién ha sido más brillante en sus planteamientos?".  

Ahora ya hacemos programas especiales una hora antes y una hora después de los debates con imágenes de la entrada de los protagonistas, como si fueran futbolistas bajando del autocar que los ha llevado al estadio. El siguiente paso será que los candidatos vayan con unos auriculares gigantes y se hagan fotos con los fans.

Ahora en los platós hay expertos, seguidores de los diversos partidos (diga equipos) analizando el “juego”. Y se pasan vídeos de las mejores jugadas. Y se hacen entrevistas con los protagonistas en la zona mixta. Y se pasan las ruedas de prensa de balance del “partido”.

Y al día siguiente se habla más del césped, del árbitro y de las jugadas polémicas que de los aspectos técnicos (dígale el programa propuesto). Y se comentan las audiencias (una vez más buscando quién gana y cuánta gente ha seguido el “partido”). Y nos dicen cuál ha sido el minuto de oro. Y se analizan con más calma las jugadas ya analizadas el día anterior.

El deporte es un espectáculo. Y la política también. Los nostálgicos defenderán volver a cuando el deporte era sencillamente hacer una actividad física y no un mercado de derechos de imagen y espónsores y a cuando la política eran candidatos yendo a los mercados a coger niños a hombros. Pero en el mundo media eso es prehistoria. Y cada día que pasa lo es más. ¿Y eso es bueno o malo? Bien, en todo caso es. Y será. Mucho más. A pesar de realizaciones y de formatos de debate de mediados del siglo XX.