La filtración de una conversación telefónica entre Steve Witkoff –el enviado especial de Donald Trump– y Yuri Ushakov, uno de los principales asesores de política exterior de Vladímir Putin, ha sacudido el tablero diplomático internacional. El audio, obtenido por Bloomberg, ofrece una ventana inusual y cruda sobre cómo se estaría intentando construir un acuerdo de paz para Ucrania al margen de los canales diplomáticos formales y antes incluso de que Trump haya presentado un plan oficial.
La llamada, que tuvo lugar el 14 de octubre, muestra a Witkoff sugiriendo directamente a Ushakov que cualquier acuerdo de paz pasaría –inevitablemente, según él– por concesiones territoriales significativas a Rusia. “Lo que se necesita para un acuerdo es Donetsk y quizás un intercambio de tierras en algún lugar”, afirma Witkoff en los cinco minutos de conversación. No se trata solo de una opinión personal: la grabación deja entrever que el enviado habla como portavoz de un marco negociador que Trump estaría preparando y que posteriormente tomaría forma en la polémica propuesta de paz de 28 puntos filtrada a principios de noviembre.
Negociaciones al margen de Ucrania y Europa
Witkoff también da consejos casi de coaching diplomático al Kremlin: recomienda felicitar a Trump, mantener un tono “más optimista” e incluso coordinar una llamada entre Putin y el presidente antes de la visita del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a la Casa Blanca. El hecho de que un emisario no oficial oriente la comunicación del Kremlin con un posible futuro presidente estadounidense añade una capa de opacidad a un proceso ya de por sí delicado.
Ushakov, lejos de desmentir la información, admitió el miércoles que la filtración es verosímil e insinuó que forma parte de un intento de “perjudicar” las conversaciones emergentes. También confirmó que hay un acuerdo preliminar para que Witkoff visite Moscú la semana siguiente, lo que refuerza la sensación de que este canal paralelo está plenamente activo.
La propuesta de 28 puntos que ha circulado recientemente encaja con las ideas expresadas en la llamada: Ucrania debería ceder toda la región de Donetsk –incluyendo áreas que aún controla– y aceptar que Luhansk y Crimea queden reconocidas como territorio ruso. Además, la línea del frente en Jersón y Zaporiyia se congelaría, consolidando el estado actual de los combates. Todo ello configuraría una “zona de amortiguación” desmilitarizada bajo reconocimiento internacional, que de facto legitimaría los avances militares rusos de los últimos años.
Putin, escéptico
Putin afirmó este mes que el plan podría ser una "base" para un acuerdo final, aunque el Kremlin insiste en que no ha negociado formalmente los detalles con Washington. Los ucranianos, por su parte, rechazan frontalmente cualquier propuesta que implique renunciar a territorio soberano o limitar la capacidad operativa de su ejército.
Estas revelaciones llegan en un momento en que Trump parece combinar presión y frustración respecto a Moscú. El mismo día de la llamada, declaró públicamente: “No sé por qué Putin continúa con esta guerra. No quiere acabarla, y lo deja en una mala posición”. A pesar de ello, el presidente ha anunciado que enviará a Witkoff a Moscú y al secretario del Ejército de EE. UU., Dan Driscoll, a entrevistarse con los ucranianos, con la mirada puesta en un eventual encuentro de Trump con Zelenski y Putin en la Casa Blanca.
Trump insiste en que solo reunirá a los dos presidentes “cuando el acuerdo esté finalizado o a punto de estarlo”. Pero la filtración de la llamada demuestra que, en realidad, el proceso para definir este acuerdo ya se está cocinando, y que pasa, en gran parte, por concesiones territoriales que transformarán inevitablemente el futuro de Ucrania.
