La Segunda Guerra Mundial, un conflicto global con múltiples frentes y narrativas, toma un nombre muy diferente cuando se recuerda desde Rusia y otros países de la antigua Unión Soviética, como por ejemplo, Bielorrusia, dónde han hecho por primera vez una simulación de la batalla final. Para millones de personas del espacio postsoviético, la guerra no es simplemente la Segunda Guerra Mundial, sino la Gran Guerra Patria. Este nombre hace referencia al periodo que va del 22 de junio de 1941 hasta el 9 de mayo de 1945, coincidiendo con el enfrentamiento directo entre la Unión Soviética y la Alemania nazi.

El término no es casual. La expresión "guerra patria" ya había sido utilizada en 1812 para describir la lucha del pueblo ruso contra la invasión napoleónica. En 1941, Stalin y la maquinaria propagandística soviética recuperaron este concepto para gritar en la resistencia contra el agresor alemán. El objetivo era movilizar no solo el Ejército Roig, sino toda la población civil, convirtiendo la guerra en una causa colectiva, casi sagrada: defender la "tierra de los padres".

El conflicto empezó para la URSS cuando las tropas de Hitler rompieron el pacto de no agresión y lanzaron la Operación Barbarroja, una invasión sin precedentes con millones de soldados, tanques y aviones avanzando por Ucrania, Bielorrusia y Rusia occidental. El país se convirtió en un campo de batalla colosal, con ciudades asediadas durante años, como Leningrado, o destruidas casi del todo, como Stalingrado. El coste humano fue devastador: se calcula que más de 20 millones de soviéticos —entre civiles y soldados— perdieron la vida.

El Día de la Victoria, muy celebrado por Putin

Sin embargo, la victoria final, simbolizada por la conquista de Berlín y la capitulación del Tercer Reich, se recuerda en Rusia como una hazaña épica. El 9 de mayo, Día de la Victoria, se celebra con desfiles militares, flores en los monumentos y un profundo sentimiento de respeto por los que lucharon. A diferencia del 8 de mayo, fecha reconocida en la mayor parte de Europa, en Rusia la rendición alemana se firmó cuando ya había pasado la medianoche en Moscú, motivo por el cual el triunfo se conmemora un día después.

La Gran Guerra Patria es mucho más que un capítulo de la historia: es un eje vertebrador de la memoria colectiva y la identidad nacional rusa. Durante décadas, la narrativa heroica de la guerra ha sido reforzada a través de libros, películas, museos y discursos oficiales. Después de la caída de la URSS, esta memoria ha adquirido un nuevo protagonismo político.

El Kremlin, bajo el liderazgo de Vladímir Putin, ha convertido la victoria de 1945 en una herramienta de cohesión interna y legitimación internacional. En el contexto actual, incluso se ha utilizado como marco simbólico para justificar conflictos contemporáneos, como la guerra en Ucrania. Para los pueblos de la antigua Unión Soviética, la Gran Guerra Patria sigue siendo una herida abierta, un orgullo patriótico y una advertencia: que el precio de la paz puede ser inmenso, pero que la memoria del sacrificio colectivo no tiene que caer nunca en el olvido.

Representación en Bielorrusia

En este contexto, durante esta semana hay múltiples actos en países exsoviéticos para recordar la gesta. Por primera vez en Bielorrusia, concretamente en la ciudad de Grodno, se ha llevado a cabo una reconstrucción histórica a gran escala del asalto al Reichstag y la victoria final del ejército rojo. En la Plaza central de Grodno incluso se han apilado barricadas, automóviles de la época, cañones, y multitud de detalles para hacer sentir a los espectadores como si estuvieran en pleno 1945. Más de 10.000 personas han presenciado en directo la reconstrucción, entre ellos los más impresionados los jóvenes, según redes sociales. Hay que mencionar, que en Minsk, la capital del país, está el museo de la Gran Guerra Patria, uno de los más completos.