En octubre de 2023, líderes políticos, científicos y responsables de tres de las principales regiones de selva tropical del planeta –la Amazonia, la cuenca del Congo y Borneo-Mekong– se reunieron en Brazzaville, capital de la República del Congo, con un objetivo urgente: frenar la destrucción acelerada de los últimos grandes bosques tropicales del mundo. Sin embargo, fuera de África central, la atención global sobre el encuentro fue mínima.
Según el profesor Simon Lewis, copresidente de la Iniciativa Científica de la Cuenca del Congo y docente en la Universidad de Leeds y en el University College de Londres, “fuera de la región de la cuenca del Congo, se reconoció muy poco que esto estaba pasando", según recoge The Guardian. A diferencia de la Amazonia, que ha recibido más cobertura y recursos, la cuenca del Congo –la segunda selva tropical más grande del planeta– continúa siendo la “selva tropical olvidada”.
La cuenca del Congo abarca seis países del centro de África y alberga a unos 130 millones de personas. Su vasta vegetación protege a miles de especies raras, incluyendo gorilas de montaña, elefantes de bosque, bonobos y okapis, y representa uno de los mayores sumideros de carbono del mundo. “Este ecosistema es fundamental para el clima y la vida humana en toda la región”, explica Yadvinder Malhi, ecólogo de la Universidad de Oxford, al mismo diario. Las lluvias que genera alimentan sistemas fluviales que llegan hasta el Nilo, sosteniendo a millones de personas, especialmente en zonas semiáridas como el Sahel.
Menos financiación que otras regiones tropicales
No obstante, la cuenca del Congo recibe mucha menos financiación que otras regiones tropicales. Entre 2008 y 2022, las principales selvas del mundo recibieron 20.000 millones de dólares en financiación internacional, de los cuales solo el 16 % llegó a la cuenca del Congo. Por comparación, la Amazonia obtuvo el 47 % y el sudeste asiático el 37 %, destaca el rotativo. La mayor parte de los recursos se dedica a la protección de biodiversidad y políticas ambientales, mientras que la investigación científica representa solo el 0,1 %.
Esta falta de inversión ha creado una gran brecha en el conocimiento sobre la selva. Según un estudio de 2023, solo hay unos 2.000 artículos científicos sobre la cuenca del Congo, mientras que sobre la Amazonia se han publicado más de 10.600. Expertos como Lee White, exministro de Medio Ambiente de Gabón, señalan que es urgente formar científicos locales y aumentar la investigación para entender mejor el funcionamiento de los bosques y frenar la deforestación.
La deforestación en la región ha comenzado a acelerarse, impulsada por la tala y la minería, aunque gran parte del bosque todavía se mantiene intacta. Los investigadores alertan de que si no se actúa ahora, se podría perder uno de los últimos grandes sumideros de carbono del planeta. “No podemos esperar décadas; hay que movilizar recursos humanos y financiación ya”, afirma en el mismo artículo Raphael Tshimanga, profesor de recursos hídricos de la Universidad de Kinsasa y copresidente de la Iniciativa Científica de la Cuenca del Congo.
Las dificultades de la región no se limitan a la falta de dinero. La corrupción, la inestabilidad política y la limitada infraestructura a menudo se presentan como excusas para la baja inversión internacional. Según la ministra de Medio Ambiente de la República del Congo, Arlette Soudan-Nonault, “es muy fácil y simplista decir que los africanos son corruptos”. La cuenca del Congo, a pesar de ser un pilar clave contra el cambio climático, continúa siendo una región olvidada. Los expertos reclaman acción inmediata y apoyo global para preservarla y garantizar que este pulmón de África pueda seguir protegiendo el planeta.
