Joe Biden ha ordenado la retirada de los Estados Unidos de la guerra de Afganistán después de 20 años de conflicto y ha aprobado el mayor paquete de estímulos económicos por valor de cinco billones de dólares, una cuarta parte del PIB estadounidense. En Europa se vive una crisis de liderazgo que sitúa al primer ministro italiano Mario Draghi como garante del proyecto europeo delante de una Merkel a punto de retirarse, Macron en plena campaña presidencial de reelección y una Comisión Europea desprestigiada por la gestión de las vacunas con las farmacéuticas y una presidenta -Von der Leyen- debilitada políticamente por la crisis con Turquía, bautizada con el nombre de Sofagate. Mientras tanto, Rusia sigue librando sus propias batallas movilizando a 150.000 soldados en la frontera ucraniana, Irán trabaja activamente para dotarse de capacidad nuclear para finalidades militares y China intenta mantenerse como superpotencia con dominio regional e influencia internacional. Y aunque no lo parezca, hoy es un día normal a la esfera global.

Los movimientos geopolíticos son una constante en las relaciones internacionales y son precisamente estos los que determinan el futuro político de los países y las naciones. No obstante, el pasado 23 de marzo de 2021 uno de los enclaves más estratégicos del mundo vio su actividad completamente parada: el canal de Suez.

Hace poco más de un mes, el barco de mercancías super-cargo Ever Given, de 400 metros de eslora, bandera panameña y propiedad de la naviera taiwanesa Evergreen Marine Corporation, se escoró en uno de los laterales mientras circulaba por el canal, quedando cruzado de manera que bloqueó todo el tráfico de la infraestructura marítima. El barco que cubría la ruta entre Malasia y los Países Bajos se desvió de su rumbo por unas fuertes ráfagas de viento. Circular por una infraestructura de estas características requiere expertos en la navegación, los llamados prácticos, y sin embargo se produjo el accidente. Las operaciones para desencallar el fuselaje de la ribera del canal y remolcarlo requirieron casi una semana y unos 370 barcos se vieron afectados por el bloqueo, muchos de los cuales optaron por reanudar la circulación a través de la ruta del Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica) y rodeando todo el continente africano.

Las operaciones para desencallar el fuselaje de la ribera del canal y remolcarlo requirieron casi una semana y unos 370 barcos se vieron afectados por el bloqueo

Independientemente del motivo real que provocara el accidente, el Ever Given puso de manifiesto la importancia geopolítica de determinadas localizaciones del mapa y nos recordó cómo, a pesar de la revolución digital que reduce ciertas distancias a una cuestión de milisegundos, la geografía sigue siendo un claro condicionante y tiene un papel estratégico en el destino político y económico de los Estados, corporaciones y personas.

El canal de Suez es un proyecto de ingeniería impulsado por el diplomático francés Ferdinand de Lesseps, quien inició las obras de construcción en abril de 1859 pensando que el Reino Unido y Francia financiarían el proyecto para las ventajas comerciales y políticas que representaba. Pero el gobierno británico no quería ayudar a construir una infraestructura que no estuviera bajo control de Londres y tampoco quería facilitar en la Francia de Napoleón III un acceso rápido a la India. No obstante, Lesseps acordó con las autoridades egipcias la concesión del canal para los siguientes 99 años y la propiedad de los terrenos a cambio del 15% de los beneficios anuales que se generaran, mientras que el 85% restante sería para los inversores de la Universal Company of the Maritime Canal of Suez, la empresa de Lesseps. Después de varios retrasos en las obras de construcción, el canal fue inaugurado diez años más tarde, el año 1869, conectando así las aguas del Mediterráneo y el mar Roig.

La importancia estratégica del canal pronto se hizo visible, sobre todo por las potencias coloniales europeas con intereses en Asia. El principal interesado fue el Reino Unido que, aprovechándose de la quiebra económica de Egipto por su elevada deuda externa con los acreedores europeos, el año 1875 le compró todas sus participaciones de la compañía, alcanzando así el control efectivo del canal, aunque políticamente Egipto era un estado autónomo dentro del Imperio Otomano. Este control sería absoluto a partir de 1914, con la retirada otomana del Norte de África, momento en que Egipto pasó a ser un protectorado inglés hasta su independencia en 1922, constituyendo el país en forma de monarquía afina en Londres. En todo momento el canal se mantuvo bajo control y propiedad inglés a través de la empresa concesionaria.

Finalmente, y ante las constantes injerencias europeas, en 1952 se produjo un golpe de Estado por parte de un grupo de militares alineados en el panarabismo y el socialismo árabe y liderados por el coronel Gamal Abdel Nasser que depusieron al rey Fuad II e instauraron una república afín en la Unión Soviética. La Compañía del canal fue nacionalizada en 1956 y se pasó a denominar Autoridad del Canal de Suez (SCA, Suez Canal Authority). Eso desencadenó la llamada crisis de Suez, motivando lo que sería el último intento británico por recuperar el canal, con el primer ministro Anthony Eden al frente que, junto con franceses e israelíes, organizó la ocupación militar de la península del Sinaí para hacerse con el control de la infraestructura portuaria de canal. La ofensiva anglo-francesa, a pesar de producirse en plena Guerra Fría (1947-1991), no recibió el apoyo de Estados Unidos, de hecho denunció la intervención, condenándola así al fracaso.

De esta manera, Suez se suma al Canal de Panamá y a los estrechos de Malacca (Malasia) y Ormuz (Irán), entre otros, en lo que los expertos en estrategia militar denominan chokepoint (puntos de congestión o de estrangulamiento) del comercio marítimo internacional. Y es que en el 2020 circularon por el canal de Suez unos 19.300 barcos, transportando más de 1.000 millones de toneladas de mercancías, llegando a significar 12% del comercio mundial. Además, según la SCA, cada día transitan dos millones de barriles de crudo y el 8% gas natural licuado comercializado. Solo el Ever Given, el super-cargo accidentado, transportaba 18.300 contenedores. Por lo tanto, Suez literalmente canaliza el flujo centenares de millones de dólares de la economía mundial, constituyéndolo así como una localización estratégica.

Suez literalmente canaliza el flujo centenares de millones de dólares de la economía mundial, constituyéndolo así como una localización estratégica

El impacto económico del bloqueo del canal se estima que ha obstaculizado el comercio mundial por valor de 57.600 millones de dólares norteamericanos, es decir, 9.600 millones cada día. A las autoridades del Canal de Suez este incidente ha supuesto en sus arcas aproximadamente 15 millones de dólares, y aunque esta cifra puede parecer ínfima, los beneficios derivados del comercio que transita por el canal suponen el 2% del PIB egipcio y una de sus principales fuentes de ingresos e influencia internacional. El tercer gran damnificado son las compañías de transporte de mercancías y sus clientes y usuarios, ya que los retrasos derivados del bloqueo del canal han aumentado los gastos en un 47%.

El Canal de Suez entraña una doble lógica económica y política, ya que se trata de la principal ruta por donde pasa el 12% del comercio mundial y que conecta más rápidamente Europa y Asia, ahorrando hasta 9.000km de trayecto que se tendrían que recorrer rodeando todo el continente africano por el Cabo de Buena Esperanza con el riesgo de la piratería de la zona, especialmente en la costa de Somalia. En este sentido, Suez sirve de vía rápida para transportar productos tan valiosos como las reservas de crudo y petróleo de los estados del Golfo Pérsico.

Incidentes como el vivido en Suez y otros factores adversos como el cambio climático son avisos de alerta que se tienen que tener en cuenta a nuestra casa, y especialmente a infraestructuras como el Puerto de Barcelona, que conscientes de esta realidad maniobra enfrente de cambios que ocurren a miles de kilómetros de distancia. La capital catalana es un polo de atracción de numerosas inversiones internacionales y sus infraestructuras son estratégicas para garantizar el avance económico. Situaciones como la del bloqueo del canal de Suez evidencian, pues, la dependencia de los puertos mediterráneos y de buena parte de Europa de chokepoints como este y, en consecuencia, resulta fundamental para su viabilidad económica estar preparados por cualquier tipo de contingencias. Especialmente ahora, donde vemos cómo se están creando nuevas rutas comerciales como las del Ártico que, a causa del deshielo provocado por la acentuación del cambio climático, llegarían a reducir un 40% de los gastos de transporte de mercancías, acortando el tiempo de viaje e incrementando la seguridad ante la inexistencia de piratería en los polos. Y es que en un mundo regido por la globalización, lo que sucede en el lugar más remoto tiene consecuencias en el otro lado del planeta y entender la geopolítica, nuevamente, sigue siendo determinante para sobrevivir y prosperar como país.

Imagen principal: Ever Given canal de Suez - Efe