En octubre de 2023 apareció un nuevo colectivo dentro del sector del vino catalán con mucha fuerza: Vida Penedès. Una asociación de una veintena de proyectos vitivinícolas del Penedès, creada para dignificar la agricultura, formar una red de apoyo entre ellos y posicionar la zona como consideran que se merece. Como dice su eslogan: Make Penedès Great Again (Hacer que el Penedès vuelva a ser grande). Dos meses después, en diciembre, fui a esta comarca para conocer algunos de estos proyectos, en concreto, Cisteller, Ànima Mundi y Enclòs de Peralba. La coincidencia hizo que, justo aquel mismo día, se presentara el colectivo en el Vinseum de Vilafranca, donde todos los productores y productoras se encontraban para presentar sus vinos, y así fue como Anna Serra, sus tres ancestrales y yo nos conocimos.
Anna nació en Barcelona y es la mayor de cuatro hermanos. Su carácter aventurero y sus ganas de viajar y conocer mundo la llevaron a marcharse con 21 años hacia Nueva York, donde trabajaba de au-pair, y después se fue a Berlín durante tres años. Cuando vuelve, se instala diez años en Barcelona, pero siempre con un fuerte vínculo con el Penedès: la casa de su padre, donde veraneó toda la vida, se encuentra al lado de las viñas del elaborador Toni Carbó, conocido en el mundo del vino como Ton de La Salada. Se conocían desde niños y finalmente, por amor, Anna dejó las grandes ciudades para establecerse en el Penedès. Aquí empiezan doce años de trabajo codo con codo con Toni, aprendiendo sobre viticultura respetuosa, agricultura regenerativa y biodinámica. El resultado de todo este tiempo de trabajo en el campo fue el enamoramiento de Anna por la tierra, motivo por el que, el año 2020, empieza a elaborar sus propios vinos y así dar sentido al trabajo de la viña: cerrar el círculo y embotellar el resultado del mismo esfuerzo.
La semana pasada explicábamos qué son los vinos ancestrales. Ella elabora tres: Euga (100% macabeo), Borrasca (70% monastrell y otras variedades) y La Noia del Bosc, el vino que hoy presentamos.

La Noia del Bosc es un monovarietal de xarel·lo, la variedad estrella del Penedès, que ha estado en contacto con las pieles unos días antes de empezar la fermentación en depósitos de acero inoxidable. Antes de que acabe esta fermentación, se embotella y lo deja criando con las lías (las levaduras muertas) casi dos años. El vino presenta una burbuja muy fina y unos aromas tropicales intensos. Además, el contacto con las pieles le da cuerpo y estructura.
Podría haber explicado cualquiera de sus tres vinos, unos ancestrales artesanos que no os podéis perder, pero este es muy significativo. Es una representación de ella misma, un homenaje a su infancia, ya que la etiqueta es un dibujo que hizo ella de pequeña para la portada de un cuento autobiográfico que había escrito sobre cómo era su vida en el bosque, cuando iba a casa de su padre.

Posiblemente, nunca se imaginó que sus años nómadas acabarían de esta manera, convirtiéndose en una campesina orgullosa de dedicarse a la viticultura, implicada en su proyecto hasta el punto de haber perdido una falange de un dedo podando sus viñas. Yo tengo que confesar que, cuando conocí la historia de La Noia del Bosc y de su etiqueta, creí en las premoniciones y en las declaraciones de intenciones que, a veces, la vida tiene previstas para nuestro camino y solo tenemos que saber dejarnos llevar.
¡Ojalá podamos disfrutar de tu amor por la tierra, Anna! Y, ya sabéis, si queréis conocer más historias como esta, seguidnos en El Celler de La Gourmeteria.