Recuerdo muy bien mi primer encuentro con Audrey Doré. Yo estaba cursando, con toda la ilusión y, a la vez, toda la incertidumbre del mundo por haber decidido hacer un cambio de rumbo profesional con 36 años, el curso de sumillería de Girona. Como mujer que se iniciaba en este mundo, buscaba el contacto con referentes femeninas del sector y esperaba expectante la clase que ella nos venía a impartir: Alsacia y Jura, dos zonas vinícolas francesas de referencia. Recuerdo aquella clase como una de mis preferidas, por su manera directa de explicar y hacernos fácil un contenido tan difícil como son las denominaciones de Francia.
Es difícil resumir el currículum de Audrey. Nació en la Bretaña, aunque cuando era joven ya había decidido que quería marcharse, a poder ser, hacia el sur. Fue uno de los motivos por los que decidió estudiar filología hispánica y, antes de los 20 años, ya vivía en Madrid. Cinco años más tarde, se trasladó a Barcelona, donde empezó a trabajar en un lugar emblemático para los amantes del vino y una gran escuela: La Vinya del Senyor. Después, pasa cinco años en una tienda de vinos allí en el mismo Born y empezó el curso de Sumillería del CETT, en Barcelona.
Su relación con los hermanos Roca empieza el año 2012, cuando la contratan como jefa de sumilleres del Roca Moo. Tres años intensos y de gran aprendizaje, gestionando la carta de vinos y los maridajes de este restaurante con estrella y, a la vez, todas las cartas de vinos de los restaurantes del grupo Tragaluz. Con ganas de un cambio hacia una vida más tranquila, Josep Roca le propone que venga a casa, en El Celler, que Girona está lleno de pueblos. El año 2016, Audrey llega a El Celler de Can Roca para ser la jefa de sumilleres.
Años de pasárselo muy bien en la sala, de aprender muchísimo, tanto de los clientes, como del equipo, como de los alumnos con las clases que imparte tanto en Girona como en el CETT, como de las muchas horas de estudio dedicadas para convertirse, en el año 2017, en la primera mujer Mejor Sommelier de Catalunya. También ha sido, en repetidas ocasiones, finalista del campeonato Mejor Sommelier de España. Esta etapa acaba hace menos de un año, con la apertura por parte de los hermanos Roca del restaurante VII Tapes i Platillos, donde está actualmente de directora y también de jefa de sumilleres. El lugar se ha convertido en un imprescindible del Barri Vell de Girona: una relación insuperable de calidad-precio y una carta de vinos muy extensa y sensible, donde siempre encontrarás a Audrey haciendo las mejores recomendaciones.

Cuando le pedí que pensara un vino catalán que le gustara mucho, tenía la intuición que sería un vino natural y, probablemente, con burbujas. El escogido fue el Gentleman xarel·lo 2016, un ancestral de larguísima crianza de la bodega Clos Lentiscus, situado en medio del parque natural del Garraf y gestionado por Manel y su hija Núria. Clos Lentiscus es clave en el ámbito del vino natural y destaca por sus espumosos y por su agricultura biodinámica en las 20 hectáreas donde cultivan, sobre todo, variedades autóctonas.
Para acabar este artículo, pensé que las mejores palabras serían las que vienen de dos personas que la conocen muy bien. Cyril Vermeulen, sumiller de El Celler de Can Roca y Mejor Sumiller de Catalunya 2025, dice que siempre recordará su manera cálida de recibirlo en casa, desde el primer día. Para él es como una hermana, una fusión Francia-Bélgica, alguien que le ha contagiado e inspirado con sus ganas de aprender. La define como una gran profesional llena de pasión, que abraza al equipo para crecer juntos.
Las palabras de Pitu Roca hacia ella cuestan de resumir: “Es una mujer que da. Acompaña los vinos con amor, respeto y responsabilidad. Una gran embajadora de las personas tras los vinos, llena de conocimiento, capacidad pedagógica y liderazgo. Siempre alargando la mano para ayudar, comprender a los compañeros y creando buena energía para mantener en el equipo el espíritu de superación. Una suerte vivir cerca de ella”.
Audrey dijo, hace unos años, que su objetivo era no pasar de los 40 años sirviendo en la sala. Por suerte de todos, todavía continúa, ofreciendo desde Girona todo lo que el servicio del vino tendría que representar siempre: oficio y pasión. Gracias, Audrey, y por muchos años que te podamos seguir disfrutando y aprendiendo de ti.