Todo el mundo tiene clara la diferencia entre un bar y un restaurante. En uno vas a tomar una cerveza, unas tapas y un café, mientras que en el otro vas a sentarse para escoger los platos de una carta o de un menú. Pero el concepto de restaurante clásico cada vez es más líquido y encontramos establecimientos con ofertas muy curiosas. Desde las barras japonesas omakase, hasta los menús degustación sorpresa, pero también locales que se han especializado en ofrecer un tipo de plato en concreto; locales de arroz, de carne y ahora también de bocadillos.
Un bar que no lo parece
Els Planxats de la Gis es un bar de Vía Augusta que parece un restaurante. Como tiene licencia de bar, no puede tener cocina, pero eso no impide que Gisela Casas, cocinera que regenta el establecimiento, prepare más de una veintena de platos diferentes. El local se ubica junto a la plaza Molina. El espacio es pequeño y acogedor. Fuera hay una terraza con cuatro mesas; dentro, una barra a mano izquierda y algunas mesas más a la derecha.
Gisela se encarga de elaborarlo todo de manera casera

Se trata de un local de bocadillos acabados a la plancha donde solo trabajan dos personas. Abierto de 9 h a 21 h, Els Planxats de la Gis es un sitio ideal para ir a desayunar, comer, merendar o cenar alguno de sus deliciosos bocadillos, pedirlos para llevar o probar alguno de los postres caseros que tienen. Gisela se encarga de elaborarlo todo de manera casera; desde la cocción de las carnes con que hace los bocadillos hasta las salsas con que lo condimenta. Lo único que no elaboran en el restaurante son los cruasanes y el pan, que llevan del obrador Panes Creativos, de Daniel Jordà.

Bocadillos creativos y deliciosos
La oferta de bocadillos es muy variada. La carta se divide en dos secciones: la de bocadillos de toda la vida y la de bocadillos de la casa. Los de toda la vida son los de queso, longaniza, atún, fuet... los típicos bocadillos que te podrías encontrar en cualquier bar. Por otra parte, los de la casa, aunque algunos puedan parecer típicos, son versiones mejoradas y creativas de los bocadillos tradicionales. Destacan el de carbonara o el de pulpo a la gallega como algunos de los más chillones. También el Atrevit, que es de callos. El ibérico trufado y el mallorquín son excelentes, con un pan crujiente y un interior jugoso y sabroso. También es muy bueno el bocadillo Porca Miseria, una versión del lomo con queso llevado al siguiente nivel.

Todos los bocadillos se pueden pedir en ración entera y algunos en versión mini, ideal para probar unos cuantos. Aunque pueda parecer fácil hacer bocadillos, es bastante trabajo pensar, preparar y servir todas las opciones que ofrece el restaurante. Como no hay cocina, la producción de los alimentos calientes se tiene que hacer con tiempo. Gisela lo cuece todo con antelación, lo conserva al vacío y lo regenera en el roner justo antes de servir. Además, también hace postres, aperitivos y bebidas caseras.

Todo ello por un precio muy razonable. Los bocadillos cuestan entre 3 y 10 euros en función de la ración y de los ingredientes. Y como todo está muy bien planificado, el servicio es rápido y eficiente. Gisela es una persona abierta, amable y transparente que trabaja más horas que un reloj para sacar adelante un proyecto que vale mucho la pena probar. Els Planxats de la Gis es un restaurante que no trabaja con Glovo para evitar que la puerta se inunde de riders y mantiene la proximidad con una clientela que, o bien se queda a comer, o bien pasa, habla con Gisela y se va con un bocadillo para llevar; clientela que, por cierto, habla casi toda en catalán.