Después de una Semana Santa agradable y necesaria para desconectar para muchos, toca volver a la rutina y aprovecho para hacerlo barriendo un poco hacia casa. Y es que Gelida es tierra, sangre y familia para mí y, por esta razón, os quiero llevar a las afueras de este pequeño pueblo del Alt Penedès, entre paredes empedradas y aroma a historia, donde se alza un restaurante que no es solo un lugar para comer, sino un trozo de la tradición local donde comer muy bien.

Can Panyella, un empedrado gelidenc de tradición local

Se trata del restaurante Can Panyella, un rincón de piedra, que se erige en su fachada rústica y acogedora, es mucho más que un simple establecimiento gastronómico: es un punto de encuentro para familias, amigos y vecinos, donde las conversaciones fluyen como el vino de la tierra. El hotel y restaurante Can Panyella se encuentra situado en Gelida, en la entrada del pueblo, junto a la autopista AP-7, a solo 200 metros, con los olores de gasolina camuflándose con las de brasa entre el jaleo del bueno beber y hablar de un banquete popular.

El ambiente de este restaurante es tan cálido y familiar como la leña que crepita a sus brasas. Las mesas de madera negra, las paredes de piedra y la luz suave crean una atmósfera acogedora que te hace sentir como casa, incluso si es tu primera visita. La cocina, basada en recetas tradicionales e ingredientes y bebidas frescas de la comarca, ofrece una experiencia gastronómica única.

Los platos a la brasa son su especialidad: desde las carnes suculentos hasta los pescados frescos de mar, muy preparado con amor y habilitado sobre las llamas danzantes gelidenques. Pero más allá de su excelente cocina, este restaurante es un sitio donde se alimentan las relaciones humanas. Es común ver las mesas llenas de familias que comparten carcajadas e historias, y grupos de amigos que celebran juntos los momentos especiales de la vida: ciclistas, motoristas, jubilados del pueblo... Este restaurante de piedra en Gelida no es solo un lugar para comer, sino un refugio donde está la tradición, la buena cocina y el significado de pertenecer a un pueblo. Es el sitio perfecto para conectar con las raíces del pueblo y disfrutar de la buena compañía en torno a una mesa llena de delicias culinarias.

La carta de cenas, el estándar o el menú diario marcan las opciones de los comensales a la hora de elegir qué pedir. Aunque también contamos con menús de temporada, como es el caso del menú de calçotada que ya está en las postrimerías. Ensaladas, canelones, arroces de mar y montaña, pulpo de montaña, bacalao a los cinco estilos, rodaballo al horno, caracoles asados y todo tipo de carnes son opciones más que suculentas y contundentes. La brasa a escoger, por ejemplo, son la butifarra, los pies de cerdo, la entraña o el tocino, entre otros.

La historia de Can Panyella

Can Panyella es una obra protegida como bien cultural y de interés local. Antiguamente era una masía compuesta de tres casales rectangulares enganchados, cobertizos a dos vertientes. El de vivir, el del ganado y el de las bodegas. En el de vivir y en el del ganado se adivina su procedencia del siglo XV, constante de planta y piso, con portal adintelado, ventanas cortadas, gran entrada y gran sala repartidora de las habitaciones superiores. El casal de las bodegas, de una sola planta y muy espacioso, constaba de 60 botes y tres lagares. Al lado había una era de batir con una choza de traza muy primitiva. Había tenido un fuego de rollo con escaños del cual solo quedó una graciosa chimenea exterior. En 1992 se dejaron las viñas, los árboles frutales y los animales de granja y convirtieron la antigua bodega en un restaurante que actualmente está en funcionamiento.