La zona del Port Vell de Barcelona es una de las que tiene mejor conexión con el mar de la ciudad. No solo porque esté en el puerto, sino porque el paseo permite disfrutar de las agradables vistas y porque los restaurantes que se ubican allí trabajan, sobre todo, con producto proveniente del mar. El problema, a menudo, es que los restaurantes ubicados a primera línea de mar son un no parar de terrazas turísticas: paellas malas, sangrías de brick y otras estafas que estropean la imagen de la gastronomía de la ciudad. Afortunadamente, en un rincón del Port Vell, todavía queda un restaurante de arroces y pescado que trabaja con producto de calidad y con un servicio impecable.

Un restaurante clásico

El Merendero de la Mari es un clásico del Port Vell de Barcelona. El primer restaurante que montó la familia se llamaba "L'Esport", un espacio dedicado a satisfacer el voraz apetito de los bañistas de la Barceloneta. Con la guerra, la familia tuvo que emigrar, pero en los años cuarenta, pudieron volver para reabrir el local como "Ca Costa", un espacio emblemático por donde desfilaron grandes figuras como John Wayne y Burt Lancaster. Al cabo de unos años, la Mari, tercera generación de esta saga de restauradores, abrió "Calç Pinxo" con su marido. Y en 1988, en la Playa de Sant Miquel, abrieron, finalmente, "El Merendero de la Mari". Con la llegada de las Olimpiadas, el local se tuvo que trasladar al Palau de Mar, ubicación que ha mantenido hasta la actualidad, con los hijos Jordi y Guillermo al frente.

Almejas|Chirlas gallegas a la marinera del restaurante El Merendero de la Mari Foto Oriol Foix
Almejas gallegas a la marinera del restaurante El Merendero de la Mari / Foto: Oriol Foix

Cuando te acercas te das cuenta de que este no es un restaurante cualquiera

A primera vista, el Merendero puede parecer un restaurante más de los que se ubican a primera línea de mar: una terraza grande, parasoles anchos y camareros arriba y abajo llevando paellas. Pero cuando te acercas te das cuenta de que este no es un restaurante cualquiera. De entrada, ningún camarero te asalta con una carta en la mano para intentar convencerte de que te quedes a comer. En la terraza, cabe decirlo, sí que hay algún turista; pero dentro la realidad es completamente diferente. Un comedor amplio con sabor de los de toda la vida; mesas de madera, manteles blancos de ropa, camareros bien vestidos y uniformados y unas paredes cálidas de ladrillo.

Comida infalible

Lo primero que conviene destacar del Merendero de la Mari es la cortesía de los camareros. Atentos y muy amables, los camareros del restaurante son muy profesionales. La carta es amplia, con varias opciones de entrantes fríos y calientes, carnes, pescados y arroces. El Merendero es conocido por los arroces, que constantemente desfilan por la sala en grandes sartenes y cazuelas a hombros de los camareros; pero aquí también saben muy bien cómo tocar el pescado. Prueba de ello son las almejas gallegas a la marinera, una muy buena opción para empezar la comida. Almejas sabrosas que vienen acompañadas de una abundante cantidad de jugo que vale la pena arrebañar con pan. Como entrantes más refrescantes, el carpaccio de gamba o la esqueixada de bacalao son platos muy recomendables.

Suprema de lubina Donostiarra del Merendero de la Mari Foto Oriol Foix
Suprema de lubina a la Donostiarra del restaurante El Merendero de la Mari / Foto: Oriol Foix

Como principales, además de los arroces, los platos de pescado también son exquisitos. Uno de los más curiosos es la suprema de lubina a la Donostiarra, un plato clásico que a veces cuesta encontrar en algunos restaurantes. Aquí lo cocinan de primera, con una piel dorada y crujiente y un interior tierno y jugoso, todo acompañado de unas buenas patatas con alioli. De postre, una sugerencia del camarero: un surtido de tres postres que incluye pastel de chocolate, sorbete de maracuyá y su mítico bocado de crema, una pequeña galleta crujiente con crema en el interior que explota en la boca.