En Nápoles, la pasión por la comida trasciende la cocina: es una forma de vivir, de compartir y de celebrar. La pizza, nacida entre los hornos de leña y las manos de artesanos anónimos, es su emblema más universal. Pero más allá de la pizza, Nápoles es fútbol, mar, amor por el producto sencillo, y sobre todo, respeto del ritmo a la mesa. En este espíritu se fundamenta Número Diez, una pizzería que lleva a Barcelona, y concretamente al barrio de Sarrià, toda esta cultura napolitana.
Una 'trattoria' tradicional
Desde el primer momento, el local desprende el encanto de una trattoria napolitana, sin lujos ni pretensiones, y con una decoración llena de detalles que te hacen sentir como si pasearas por un barrio de Nápoles. El dueño del local, napolitano, por supuesto, nos recibió con una sonrisa y el acento tan característico del sur de Italia. Con orgullo nos enseñó todos los detalles que conforman el restaurante: una icónica camiseta azul con el número 10 preside la sala como símbolo de devoción a Maradona, las mesas con mosaicos de azulejos coloridos recuerdan la cerámica tradicional de la región, y en el techo cuelgan prendas de ropa tendidas. Un antiguo teléfono público rojo de pared refuerza esta estética urbana, y una gran fotografía panorámica de Positano te transporta directamente a la costa amalfitana. Todo ello, una auténtica declaración de amor a Nápoles y a su manera de vivir.
Pizzas artesanales a precios honestos
De entrada, nos recibieron con medio litro de cerveza Moretti bien fresca, el preludio ideal para una comida de inspiración napolitana. Como entrante, una croqueta de patata con provola ahumada (grande y pensada para compartir), crujiente por fuera y suave por dentro. Acto seguido llegó el “vulcano mixto” de embutidos y quesos de la Campania, un plato que podría haber sido una cena completa; un surtido generoso, con productos de buena calidad. También nos trajeron aceite picante casero y una cesta de focaccia muy tierna y recién hecha

Como platos principales para compartir, nos sirvieron unos ñoquis a la sorrentina, presentados dentro de una base de masa de pizza. Y, evidentemente, no podía faltar la pizza. Aviso para navegantes: las raciones son muy abundantes. En nuestro caso, seguimos la recomendación del chef y pedimos la Scugnizzo, elaborada con mortadela de Bolonia, crema de burrata fresca y trocitos de pistacho, una propuesta diferente y acertada. Los postres, dos clásicos bien resueltos; un tiramisú casero y un baba con nata montada y frutos rojos. Y para poner el punto final a esta comida y sellar el estómago, un chupito de limoncello de espíritu italiano

Al fin y al cabo, el restaurante cumple con creces lo que se propone: homenajear la ciudad de Nápoles y el legado de Maradona, evocando aquella pasión futbolística que tanto caracteriza al sur de Italia. Número Diez es una apuesta por la auténtica cocina napolitana en un ambiente de barrio, con pizzas artesanas bien hechas a un precio más que correcto.