Cuando queremos hacer una elaboración pastelera con almendra tostada, probablemente, nos acercamos al supermercado y compramos uno sobre almendra tostada ya preparada. Pero lo que también es probable es que aquella almendra tenga un sabor entre plástico, rancio y mohoso. Si tostáis la almendra en casa, os daréis cuenta de que el gusto/sabor es totalmente diferente y, ahora sí, disfrutaréis del auténtico y particular sabor de la almendra laminada tostada, ideal para hacer pasteles.
Hoy os mostraré como tostar almendra hilada cruda en casa. Una vez tostada, la podéis conservar durante un buen tiempo. Obviamente, este proceso es aplicable a la almendra grano, laminada o entera e, incluso, en cualquier otro fruto seco como los piñones, la avellana o los anacardos. ¡Vamos!
almendra laminada cruda
papel de horno
Como os comentaba, partiremos de uno almendra laminada cruda que podéis comprar en cualquier supermercado o tienda especializada.
Derramadla bien encima de un papel de horno y en una bandeja de horno.
Una rasqueta es el utensilio más adecuado para manipular la almendra laminada. Horneadla a 160-170 grados durante unos 10-12 minutos aproximadamente.
A los 3 o 4 minutos, cuando empiece a coger color, le tendréis que dar la vuelta para tostar la parte de inferior de la almendra. Con la rasqueta, recoged la parte de debajo y giradla. En el fondo, se trata de removerla bien. ¡Ah! y vigiladla constantemente que se quema con mucha facilidad. Tenéis que estar encima.
Cuando tenga un agradable color dorado ya la tendremos tostada. Seguidamente, lo verteremos encima de la mesa o mármol para que se enfríe. Ummm... qué olorcito que os dejará en toda la casa... ¡ya lo veréis!
Podéis removerla un rato con la rasqueta para ayudar a enfriarla también, pero sin estropearla.
Una vez fría, la podéis almacenar dentro de un tarro de cristal cerrado, en un lugar seco y fresco.
Y ya la tendréis a punto para utilizar.
Por ejemplo, podéis hacer una mona...
¡Buen provecho!