La histórica carretera de Barcelona a Andorra antes de que existiera el túnel del Cadí era la nacional C-14, que pasaba por el municipio de Ponts, en la comarca de la Noguera. Ponts siempre ha sido un lugar histórico para hacer parada y fonda, porque su situación está más o menos a medio camino entre la capital y el pequeño país pirenaico.

Uno de los restaurantes más visitados por los conductores que hacen esta ruta habitualmente —ya sabemos que los viajes abren el apetito, o eso dicen— es sin duda el restaurante El Xalet, fundado por Francesc y Mercè, que anteriormente regentaban con otros familiares la histórica Fonda Cadí de Ponts, de la cual cabe decir que guardo muy buenos recuerdos, porque era un lugar único donde podías coger fuerzas a cualquier hora del día con un buen plato de escudella o un estofado; eso sí, compartiendo mesa con otros vecinos del pueblo. Es en 1990 cuando la pareja decide abrir el restaurante El Xalet, ofreciendo una cocina similar —mejorada, si cabe— con un menú de cocina tradicional a un precio razonable, haciendo las delicias de los visitantes ocasionales y de los vecinos del pueblo.

Actualmente, sin embargo, hace unos cuatro años que los padres ya se han jubilado y es Francesc hijo, que estudió cocina en la escuela Joviat, junto con su pareja Anna, que está al frente de la sala, quien dirige el restaurante aportando un aire fresco al negocio, que continúa siendo parada obligatoria para aquellos usuarios habituales de la C-14, tal como antes había sido la antigua Fonda Cadí.

Se acerca el invierno y hoy hace un frío que pela, y mira por dónde que, una vez sentados a la mesa, nos traen al momento una crema de calabaza bien calentita, cocinada a su manera, para reponernos un poco y, claro, es de agradecer. La temporada de setas este año se está alargando más de lo debido y aprovechamos para probar los últimos ceps y níscalos, que preparan a la brasa con butifarra del perol y salteados con ajo y perejil, respectivamente, que mojamos con un vino tinto ecológico, Lo Grealó, galardonado como el mejor vino tinto joven de la DO Costers del Segre.

El rabo de toro al vino tinto guisado acompañado de puré de patata estaba sabroso, pero para mi gusto le faltaba un pelín más de chup chup. Me gusta que la carne se deshaga en la boca, pero a gustos, colores. El rabo, como podéis suponer, se obtiene de las últimas vértebras de la columna de la ternera, porque toros, en nuestra tierra, no tenemos, y hay que explicar que era otro de los platos que antiguamente era comida de pobres, si bien con el tiempo se ha posicionado allí donde le corresponde en el podio de la cocina tradicional catalana. Otra cosa son los precios desorbitados que piden en algunos restaurantes sin piedad, pero ese es otro tema.

No soy muy de arroz seco, pero afortunadamente este que cocinan en El Xalet, de panceta viada con pluma ibérica y camagrocs, es una auténtica delicia. Si lo prefieres, también lo hacen de gamba roja.
El Xalet de Ponts ya no es aquel restaurante donde podías tomar un menú económico, pero continúa siendo una casa de comidas en mayúsculas camino de los Pirineos
Finalmente, lo que quieren en El Xalet es hacerte contento con su cocina tradicional catalana puesta al día. Podrás elegir, y no será fácil, entre su menú gastronómico y la carta directamente, donde encontrarás, además de los platos antes citados, otros tan sugerentes como la tortilla de patatas con pilpil de bacalao, el rape a la brasa o la paletilla de cabrito asada, pero también los cocinados con productos de temporada, como son los caracoles, los calçots, las alcachofas, las setas o los guisantes, si te apetecen. Antes de irnos nos ventilamos unas bolas de helado artesano, no sea dicho, y carretera y manta.