Que la Barceloneta es el barrio de pescadores por excelencia y uno de los más pintorescos está fuera de duda, como también está fuera de duda que los vecinos y vecinas preferían la antigua Barceloneta preolímpica que la Barceloneta actual, que ha desplazado a la mayoría de los vecinos a otros barrios y ciudades más económicos y ha convertido el barrio prácticamente en una ciudad dormitorio.

Corrían los años sesenta cuando Gabriel y Glòria abrieron en el número 6 de la calle Balboa la cervecería el Vaso de oro. Concretamente en la parte posterior de la sala del antiguo cine Marina, ubicado en la calle Ginebra 5 esquina con la calle Carbonell. El cine Marina en aquella época era la sede social del barrio por donde desfilaban los jóvenes y no tan jóvenes fundamentalmente para ver películas, pero también para escuchar conciertos, organizar galas de Fin de Año y Carnaval y actos políticos que ya presagiaban, por suerte, el fin de la dictadura. Con motivo de la Fiesta Mayor de la Barceloneta del año 1947 incluso actuó la cantante y actriz Imperio Argentina. Finalmente, con la venta del cine para construir equipamientos, la sala cerró puertas el domingo 17 de junio de 1979 con la proyección de la película Por quien doblan las campanas —dirigida por Sam Wood, basada en la novela de Ernest Hemingway y protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman—, pero eso ya es otra historia.

Con el tiempo el bar se convirtió en la cervecería más aclamada de la ciudad gracias a la simpatía de los propietarios y camareros pero sobre todo gracias a su cerveza bien tirada y sus tapas. Por su larga barra desfilaban vecinos y vecinas, pero también lo mejor de cada casa en todos los ámbitos. El llamativo uniforme que todavía lucen los camareros es uno de los signos de identidad del local, aunque un poco desfasado en los tiempos que corren, pero ya lo dice el dicho, si algo funciona, no lo toques.
Con el tiempo el Vaso de oro se convirtió en la cervecería más aclamada de la ciudad gracias a la simpatía de los propietarios y camareros pero sobre todo gracias a su cerveza bien tirada y sus tapas
Actualmente, es Gabi hijo quien está al frente del negocio junto con Gabi nieto. Le pido una Filo, que me llena en tres veces muy despacio, ya se ve que es un hacha; una ensaladilla de atún picante, y un pincho de chorizo con pimiento con ravenera de picante. Y os preguntaréis qué cojones es la ravenera, pues yo os lo explico, es el platito con forma alargada que se utiliza para las aceitunas, anchoas o, en este caso, el picante.

Mientras lloro con el picante y me ventilo la cerveza con el local lleno a tope, confirmo que los camareros son los mismos de toda la vida, y pienso que quizás han hecho un pacto con el diablo porque los encuentro muy jóvenes. Sentado en la barra, recuerdo tardes memorables de hace muchos años en el Vaso de oro con compañeros de trabajo del Liceu, con amigos de la Seu cuando estudiaban en Barcelona y con mi mujer, madre de mis hijos y compañera de viajes que me aguanta desde hace treinta años. En aquella época era habitual ir de bares, no como ahora, y visitar el mismo día la Cova Fumada, el Jaika y el Vaso de oro para acabar en el bar Leo cantando por soleares.

Como es normal, en el Vaso se han ido adaptando a las nuevas necesidades, y lo que antes era un sitio para tomar unas cañas y unas tapas ahora además puedes comer como Dios si te apetece. Así, hacen un solomillo con foie que se ha convertido en la especialidad de la casa, y la plancha no deja nunca de trabajar con las mejores gambas, cigalas y berberechos de la Barceloneta. Mención muy especial se merece la cerveza que sirven y fabrican ellos mismos con un clúster cervecero ubicado en el Vallès, utilizando la misma maquinaria que adquirieron hace muchos años.