El año 1303, la Gran Compañía Catalana, un ejército de mercenarios formado por 4.000 almogávares catalanes y aragoneses comandados por Roger de Flor, llegaba a Constantinopla para defenderla a ultranza contra el asedio de los turcos. Por sus méritos en la batalla, el Emperador Andrónico II concedió a Roger el título de César, y eso provocó que Miguel IX, el hijo del Emperador, mandara asesinarlo y descuartizarlo y a atacar por sorpresa al resto de almogávares. Roger cayó, pero los almogávares resistieron. Y, como moneda de cambio, estos emprendieron la llamada venganza catalana; una masacre sin piedad contra todo aquello que se moviera en tierras griegas: hombres, mujeres, viejos, niños y animales. Entonces, el ejército Imperial salió a aniquilarlos, pero los almogávares, que para evitar la tentación de huir habían quemado sus naves, volvieron a vencer. Finalmente, después de vagar por|para tierras griegas, se establecieron al Ducado de Atenas y después a Neopatria, y durante casi ochenta años aquel lugar quedó bajo el dominio catalán (por|para mucho que la mayoría de habitantes eran griegos). Por este motivo, si hoy alzas en la Acrópolis de Atenas, en una placa instalada justo en la entrada podrás leer estas palabras de Pedro el Ceremonioso (1319-1387): "La pus richa joya que al mon sia" (la cosa más bella que en el mundo hay). Si en lugar de los catalanes hubieran sido los griegos quienes hubieran llegado a Cataluña (lo hicieron dos mil años antes, pero ahora hablo de la baja edad media), me pregunto cuáles serían las consecuencias. Quien sabe si en lugar de chiringuitos, los popularmente llamados 'chiringuitos', ahora tendríamos tabernas.

foto1 (1)

Taberna griega en la isla de Amorgos / Foto: Johnny Chen

 

"La eterna condena de Catalunya es que uno de cada cuatro 'chiringuitos' es un bulto parecido a un asa de pescar gambas: se cae por accidente y se paga la terrible factura"

La palabra chiringuito tiene un origen particular. Por oportunismo de alguien, en Sitges hay un chiringuito de 1913 que reivindica fraudulentamente ser 'the first chiringuito of Spain'. Pero el cierto es que la palabra aparece en México el año 1855 para designar un aguardiente elaborado con miel de caña, y que a partir de entonces se empieza a relacionar con las tiendas de bebidas alcohólicas al detalle. La palabra saltó a la península y el año 1892, en el marco de la reurbanización del espacio dedicado al monumento a Colón de Barcelona, se instaló un quiosco dedicado en venta de bebidas con el nombre de 'El Chiringuito'; el local que presumiblemente inspiró el resto de 'chiringuitos' de la costa catalana y española. Por otra parte, en cuanto al debate en torno a la lengua, si es cierto que la palabra 'chiringuito' no existe en el catalán normativo, también lo es que al principio del siglo XX, antes de la publicación del Diccionario General de la Lengua Catalana de Pompeu Fabra, la palabra 'chiringuito' aparece publicada en espacios como La Veu de Catalunya. Sea como sea -entre comillas todo si vale-, lo que me preocupa de estos establecimientos a primera línea de mar no es si se llaman en catalán o castellano, sino su arbitraria apariencia entre una jaima, los restos de un naufragio y una churrería repintada de casa ibicenca; su oferta de alimentos desvinculada del sector primario local y artesanal; su propuesta refinada -más que chiringuitos parecen grandes restaurantes a pie de playa- de una insolente relación calidad/precio; y su precaria atención (para abaratar costes, los camareros y camareras a menudo son temporeros venidos de otros hemisferios). Sin duda, la eterna condena de Grecia es que uno de cada cuatro griegos es funcionario del estado. Pero la eterna condena de Cataluña es que uno de cada cuatro 'chiringuitos' es un bulto parecido a un asa de pescar gambas: se cae por accidente y se paga la terrible factura.

Un 'chiringuito' turístico en las costas de Chipre / Foto: Dimitris Vetsikas

Un 'chiringuito' turístico en las costas de Chipre / Foto: Dimitris Vetsikas

 

"Una taberna de playa es también una playa de taberna, si es que una y otra no son la misma cosa"

Grecia es un país abarrotado de tabernas. Cuando llega el verano y los ciudadanos del continente, sobre todo de Atenas (casi 4 millones si consideramos toda el área metropolitana) se embarcan hacia las islas, la expresión más refinada de las tabernas se activa: se trata de las tabernas de playa, que son el equivalente en nuestros chiringuitos. Ciertamente, allí donde hay una demanda turística, principalmente en las inmediaciones de la Acrópolis, en los aeropuertos, a las islas de Mykonos y Santorini, y a los puertos de las islas más concurridas como Creta, Naxos, Rodas o Corfú, es posible que las tabernas griegas no sean tan diferentes que nuestros chiringuitos, como mínimo, con relación a su oferta gastronómica. Pero quien se haya sentado durante horas en una auténtica taberna de playa se habrá dado cuenta de que, a pesar de las apariencias, estas no tienen nada que ver con nuestros chiringuitos. De entrada, la frontera entre la playa y la taberna es ambigua. De esta manera, una taberna de playa es también una playa de taberna, si es que una y otra no son la misma cosa. Después, a una taberna de playa no se va con un propósito puramente gastronómico, sino holístico: se bebe agua fresca (es gratuita, por cierto), se disfruta de un repertorio limitado de recetas tradicionales a base de productos ultra locales y de temporada (como las olivas, los tomates, la miel, el pescado...), se bebe vino griego local sin etiqueta (con o sin resina), pero también se lee, se juega al τάβλι (o backgammon), se duerme la siesta, se conversa entre licores de sobremesa (como el ouzo o el raki), uno se distrae y se pasa el día absorto.

Pulpos colgados en una taberna griega / Foto: Manfred Richter

Pulpos colgados en una taberna griega / Foto: Manfred Richter

 

'Los griegos, que no nacieron ayer, han comprendido que la playa paradisiaca no existe sin la taberna'

El país de los helenos tiene unos 15.000 kilómetros de costa y Cataluña solo 700 (el dato varía en función de la fuente y la escala, y tiene en cuenta el carácter fractal de la costa, que se repliega ningún dentro y hacia fuera). A pesar de esta notoria diferencia, que lógicamente tiene un símil en el número de tabernas de playa existentes, la gran mayoría de ellas no son construcciones de quita y pon, sino propuestas integradas -a menudo las casas de los mismos taberneros y taberneras- con soportales emparrados con cepas, buganvillas y jazmines. Dada la profunda vinculación de las tabernas de playa con su paisaje, los griegos no tienen complejas a la hora de ubicarlas en las playas más salvajes, que son justamente aquellas que los catalanes tildaríamos de paraísos vírgenes. Los griegos, que no nacieron ayer, han comprendido que la playa paradisiaca no existe sin la taberna, y por este motivo, tal como sus antepasados alzaron sienes a los lugares más pintorescos, ellos hoy alzan tabernas a las playas y calas más bellas e inhóspitas. De esta manera, hay tabernas que solo son accesibles por senderos entre precipicios y de otros que solo son abarcables por mar. Incluso hay islas habitadas por una sola taberna (como la isla Levitha). En este sentido, me pregunto cómo sería un chiringuito en cualquiera de nuestras calas más salvajinas, como la Cala Tavallera, la Cala Ferriola o la Cala Honda. Supongo que, por desgracia nuestra, esta no sería diferente del recientemente instalado chiringuito de la cala de lo Illa Roja (Begur), que acumula quejas de contaminación acústica y ha provocado la intimidación de los bañistas nudistas, o mejor dicho, naturistas, que disfrutan de este lugar. Sin embargo, hay luz al final del túnel: han llegado los 'chiringuitos' flotantes a nuestras playas (y con eso no me refiero a los 'chiringuitos' turísticos de las mejilloneras del Delta del Ebro). Si estirado o estirón en la arena de una playa voces llegar un laúd ofreciendo pan con anchoas, cerveza o vino natural, sonríe: es el clímax del verano que ha llegado hasta ti.

'Chiringuito' para turistas en las hombreras|bateas del Delta del Ebro / Foto: turismodeltadelebro.com

'Chiringuito' para turistas en las mejilloneras del Delta del Ebro / Foto: turismodeltadelebro.com