Es famosa por sus propiedades detox, pero esta hortaliza de la que nos comemos su flor nos ofrece un abanico de beneficios mucho más amplio. Si le sumamos su característico sabor y la versatilidad que aporta a la cocina, obtenemos un ingrediente de diez. Su origen se encuentra en la antigua Grecia: Zeus se enamoró de Cynara, una doncella que se llevó al Olimpo. Un día, añorada de sus familiares, se escapó. Zeus se enfadó y la convirtió en una alcachofa. De hecho, Cynara es el nombre científico que recibe esta planta. En España llegó de la mano de los árabes, de aquí su nombre.

Propiedades nutricionales de la alcachofa

La alcachofa es rica en fibra y en algunos importantes minerales como el calcio, el magnesio y el potasio, así como una fuente de vitaminas del grupo B. Pero el gran secreto de esta hortaliza es la cinarina. Se trata de una sustancia que ayuda a depurar y desintoxicar gracias a su poder para estimular la secreción biliar, es decir, favorece la eliminación de líquidos y con ellos varias sustancias tóxicas, incluidas las grasas. Este es uno de los motivos por los que la alcachofa siempre se relaciona con dietas detox y es tan buscada en esta época del año en que los excesos de las pasadas fiestas salen a la luz en diferentes partes del cuerpo.

Alcachofas / Foto: Pexels
Alcachofas / Foto: Pexels

La alcachofa y sus beneficios

Además del conocido efecto depurativo, las alcachofas tienen muchos otros beneficios para la salud. Quizás menos famoso, pero muy importante es lo que tiene sobre el colesterol. Sí, el consumo de alcachofas ayuda a evitar que el colesterol se deposite en las paredes de las arterias. Todos aquellos que sufren de gota también se verán beneficiados por las propiedades de esta sabrosa hortaliza. Su poder diurético ayuda a eliminar el ácido úrico, causante de esta dolosa enfermedad. También es un comodín para los diabéticos, ya que se trata de un alimento hipoglucemiante y rico en inulina, un hidrato de carbono fácil de asimilar sin producir picos de azúcar en sangre.

¿Cómo cocinar la alcachofa?

La alcachofa es un alimento muy versátil en la cocina y, al contrario de lo que se pueda creer, muchas de las preparaciones son sencillas y rápidas, aunque también tienen este punto sofisticado que nos permite preparar grandes platos en ocasiones especiales. La base siempre es pelarlas bien para quedarse con los corazones. Aunque es conveniente saber que toda la alcachofa es comestible, hay que mencionar que las hojas exteriores son demasiado fibrosas y pueden resultar muy desagradables al gusto. Solo hervidas en agua y sal ya tenemos la base de un guiso o una guarnición que igual puede acompañar a un pescado que a una carne. Si estos corazones hervidos los pasamos por la plancha o los salteamos con unos taquitos de jamón, ya tenemos una cena ligera, sabrosa y nutritiva.

Recetas con alcachofas

👉 Platos deliciosos con alcachofa

La más conocida es la de alcachofas al puñetazo. Solo su nombre ya nos da una pista de parte de su preparación. Una vez peladas solo tienes que colocarlas en la bandeja del horno y chafarlas para que se abran. Un poco de sal y aceite de oliva y listas para comer. Las alcachofas casan muy bien con el arroz. Tan solo hace falta añadirlas al sofrito habitual y seguir la receta tradicional. Al lado de judías tiernas y garrafones se consigue una paella de verduras deliciosa y saludable.

Para obtener un plato más elaborado con toques festivos, a las alcachofas hervidas puedes añadir una salsa verde muy ligera (se puede utilizar parte del caldo de la cocción), unas almejas o unas cigalas. El resultado es espectacular. Finalmente, si lo que se busca es potenciar este efecto diurético que nos ayude a eliminar toxinas y recuperar la figura, la mejor idea es juntarla con otros "amigos" detox, como pueden ser los espárragos verdes y la cebolla. Un salteado con estos ingredientes está delicioso y con un vaso de vino blanco conseguirás que queden más jugosas sin añadir grasas y calorías.

Sartén|Paella de alcachofa y conejo / Foto: Pixabay
Paella de alcachofa y conejo / Foto: Pixabay

El consejo para que no oscurezcan

Las alcachofas son una hortaliza de invierno. El dato curioso es que tienen dos floraciones. La primera se produce entre los meses de noviembre y febrero, y la segunda muy poco después, justo antes de que empiece la primavera. A la hora de escogerlas en la frutería, el peso nos puede dar una pista de su estado. Tienen que ser pesadas y contundentes, y mantener su forma redondeada.

Las posibles manchas marrones en sus hojas exteriores pueden ser provocadas por las heladas, por eso, si el resto está firme y las hojas mantienen su tesitura no hay que descartarlas. Muchas veces, pelar las alcachofas es uno de los motivos por los que se dejan de consumir. Siempre puedes apostar por las versiones congeladas o en conserva, ya que se mantienen casi intactas sus propiedades. Finalmente, una vez cocidas, para que no oscurezcan, puedes rociarlas con un poco de limón o bañarlas en agua con perejil para evitar que cojan sabor.