Pocas frutas generan tanta sorpresa como el gac, un fruto tan exótico y singular que en muchos lugares se conoce como la “fruta de los dioses”. Su aspecto ya indica que no estamos ante algo común: una esfera naranja brillante, cubierta de púas que recuerda a un pez globo vegetal, capaz de llamar la atención incluso antes de abrirla. Y cuando se corta, la sorpresa continúa: su pulpa anaranjada protege unas semillas recubiertas por una membrana roja intensísima, casi luminosa. En Instagram, la cuenta @girofruiteria muestra de forma clara por qué tanta gente en Asia la considera una joya nutricional. Y no es para menos: estudios del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) aseguran que contiene hasta 70 veces más licopeno que el tomate, además de una enorme cantidad de nutrientes esenciales. Una combinación que, junto con su historia y sus usos ancestrales, explica por qué es tan valorada aunque aún sea prácticamente desconocida fuera de Asia.
El gac, la fruta de los dioses que pocos conocen
El gac (Momordica cochinchinensis Spreng) pertenece a la familia de las Cucurbitáceas, la misma que los melones y pepinos, y su origen está en zonas cálidas de India, el sur de China, el noreste de Australia y regiones de Taiwán donde las comunidades indígenas lo han utilizado durante siglos. Allí recibe nombres tan curiosos como “pepino amargo espinoso”, “fruta de Yin y Yang” o “fruta de tortuga de madera”, esta última por la forma dura y plana de sus semillas, que parecen pequeñas piezas talladas. Para los pueblos Amis y Puyuma de Taiwán, esta fruta es fundamental en recetas tradicionales, mientras que en Vietnam se utiliza para preparar un arroz pegajoso festivo, servido en bodas y celebraciones, además de ser un alimento nutritivo destinado a mujeres que acaban de dar a luz.

El cultivo del gac requiere mucha dedicación. Es una enredadera perenne que necesita clima cálido, suelos bien drenados y cuidados constantes. En Taiwán, los agricultores incluso realizan polinización manual durante el verano y protegen los frutos con bolsas de malla para evitar daños de insectos. Además, se combinan técnicas de agricultura orgánica, como el uso de feromonas para controlar la mosca de la fruta o la poda regular para asegurar buena ventilación.
Es una enredadera perenne que necesita clima cálido, suelos bien drenados y cuidados constantes
Una de las características más fascinantes del gac es que toda la planta es útil: hojas, raíces, pulpa, piel y la capa roja que envuelve las semillas. Su contenido nutricional es mayoritariamente liposoluble, por lo que se recomienda consumirla cocinada para una mejor absorción. Con ella se preparan sopas, arroces, salteados, pero también mermeladas, helados, zumos, quesos vegetales e incluso productos cosméticos gracias a su aceite rico en antioxidantes. Las semillas, aunque no se comen, se usan como elementos decorativos por sus formas cambiantes.
No es exagerado decir que el gac es una fruta sorprendente por fuera y por dentro. Un tesoro nutricional y cultural que, lentamente, empieza a ganar fama más allá de Asia, recordándonos que el mundo vegetal aún guarda misterios deliciosos por descubrir.