En los últimos años, los envases biodegradables han ganado terreno como una alternativa más ecológica frente al plástico tradicional. Vasos, platos, pajitas y cubiertos fabricados con materiales como trigo, salvado o sémola de trigo duro se presentan como opciones respetuosas con el medio ambiente, pero lo que pocos saben es que pueden suponer un riesgo invisible para un grupo muy específico de personas: las que padecen enfermedad celíaca, sensibilidad al gluten no celíaca o alergia al trigo. Según un estudio reciente de la Universidad Técnica de Múnich, difundido por la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), algunos de estos materiales aparentemente inocuos pueden liberar gluten al entrar en contacto con líquidos, lo que transforma un producto seguro en una amenaza para la salud de este colectivo.
Los riesgos ocultos en algunos vasos y cubiertos biodegradables
El estudio se centró en comprobar si los líquidos sin gluten podían contaminarse tras estar en contacto con ciertos platos fabricados con salvado de trigo. Los resultados fueron reveladores: en varios casos, el contenido de gluten superó las 20 partes por millón (ppm), que es el umbral máximo que permite la normativa europea para que un producto se considere apto para celíacos. Es decir, un caldo o una bebida que inicialmente no contenía gluten puede llegar a ser tóxica solo por haber estado en un recipiente elaborado con materiales derivados del trigo. En especial, los platos de salvado mostraron una alta capacidad de transferencia de gluten al alimento.
No es un problema exclusivo de los platos. Las pajitas elaboradas con sémola de trigo duro también se mostraron peligrosas, ya que provocaban esa misma migración de gluten al líquido. Sin embargo, no todos los utensilios biodegradables fabricados con cereales presentan el mismo comportamiento. El estudio observó que otros productos como los cubiertos compuestos por ácido poliláctico y salvado de trigo o las pajitas de tallos de centeno no causaban apenas migración, lo que sugiere que el riesgo depende de muchos factores.
Es mejor que las personas celíacas opten por alternativas elaboradas con caña de azúcar o bambú
Los investigadores apuntan que el nivel de transferencia de gluten varía en función del tipo de alimento (sólido o líquido), el tiempo de exposición y las propiedades del material. Por eso, FACE insiste en la necesidad de realizar más estudios que permitan conocer con mayor precisión qué materiales son seguros y cuáles deberían evitarse. De momento, la recomendación es que las personas con celiaquía opten por alternativas elaboradas con caña de azúcar, bambú, papel reciclado o bioplásticos vegetales.
El mayor desafío está en la falta de regulación específica: la ley no exige indicar la presencia de alérgenos en platos o cubiertos, lo que hace que los consumidores no puedan identificarlos fácilmente. Por eso, quienes siguen una dieta sin gluten deben permanecer alerta y apostar siempre por productos de origen vegetal no cereal, incluso cuando se trate de un simple vaso o una cuchara aparentemente inofensiva.