La seguridad al volante ha sido una prioridad constante en las campañas institucionales desde hace décadas. Bajo el lema “Si bebes, no conduzcas”, se han establecido límites de alcoholemia que, con el tiempo, han sido cada vez más estrictos. Ahora, la Dirección General de Tráfico (DGT) plantea dar un paso más y reducir la tasa permitida hasta casi cero: 0,1 mg por litro de aire espirado, lo que equivale a 0,2 gramos por litro de sangre. Esta nueva propuesta busca alinearse con países como Suecia y Noruega, donde esta reducción contribuyó a una disminución del 12% en los accidentes con víctimas.
La popular fruta que puede hacerte dar positivo
Sin embargo, un cambio así podría tener efectos inesperados. Con un margen tan ajustado, bastaría con consumir ciertos alimentos o frutas para dar positivo en un control, aunque no se haya bebido alcohol como tal. Uno de los ejemplos más sorprendentes es el del madroño, una fruta silvestre de aspecto rugoso que, al madurar, puede contener trazas de alcohol debido a procesos naturales de fermentación. Esta fermentación ocurre cuando los azúcares de la fruta, como la glucosa y la fructosa, se transforman en etanol gracias a la acción de levaduras presentes de forma natural en su piel o en el ambiente.

Y no es el único caso. Frutas como las uvas muy maduras o incluso el plátano pueden comportarse de manera similar si han estado expuestas a calor y humedad. Aunque parezca increíble, estos alimentos, tras fermentar parcialmente, pueden elevar la concentración de alcohol en el aliento de forma suficiente para activar una alarma en un control de alcoholemia.
Frutas como las uvas muy maduras o incluso el plátano pueden comportarse de manera similar
Además, este fenómeno no se limita solo a las frutas. Algunos bombones rellenos de licor, tartas que contienen whisky o recetas caseras que incorporan cerveza también han sido responsables de positivos inesperados en controles. Aunque los niveles de alcohol que se generan en estos casos son muy bajos, con una normativa tan exigente como la que se plantea, podrían bastar para que un conductor diera positivo.

La ciencia detrás de estos “falsos positivos” no es exacta ni generalizable, pero la posibilidad es real. Y eso abre el debate sobre hasta qué punto una tasa casi cero podría ser contraproducente, al provocar sanciones en personas que no han consumido alcohol como tal, pero que sí han ingerido productos fermentados de forma natural. Una decisión tan drástica exige no solo rigor, sino también contemplar excepciones razonables para evitar errores injustos en carretera.