El reto viral que está azotando a toda la península, que consiste en defecar en piscinas públicas, se ha cebado con Tàrrega. Al parecer, la piscina pública de esta localidad ubicada en Lleida ha tenido que cerrar hasta tres veces la semana pasada por culpa de esta asquerosa tendencia, y ahora el ayuntamiento ha tomado una decisión drástica. 

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Vigilancia en la piscina municipal de Tàrrega

Como respuesta a la crisis sanitaria que ha generado este reto, el ayuntamiento de Tàrrega ha decidido contratar una empresa de seguridad privada para supervisar todo el recinto de la piscina municipal, con la intención de que ninguna persona busque su momento de gloria y ponga en peligro la salud de las demás personas. De hecho, ya hay dos vigilantes que están controlando el acceso a esta piscina, que a la vez están completamente coordinados con la policía local para comunicar cualquier caso nuevo de este reto. 

Además, este personal de seguridad se encarga de revisar las mochilas y bolsas de los asistentes a la piscina de Tàrrega, para cazar a las posibles personas que vengan preparadas con heces de su propia casa. No hay que olvidar que los responsables de estos actos se pueden enfrentar a cargos graves de delitos contra la salud pública con posibles penas de prisión, por lo que empezó como un reto puede acabar de una manera dramática para todos aquellos que no sepan comportarse como es debido en una piscina

Un método que puede marcar tendencia 

Actualmente, hay más de 300 piscinas que han tenido que ser clausuradas por culpa de este reto que lleva siendo tendencia desde el pasado mes de julio, por lo que la decisión del Ayuntamiento de Tàrrega de contratar a una empresa de vigilancia privada puede ser una medida muy necesaria para todas aquellas localidades que no puedan hacer frente a la gente que decida continuar con esta moda viral. Los expertos insisten en la necesidad de endurecer las sanciones y reforzar la vigilancia en instalaciones públicas para disuadir a los responsables. Mientras tanto, muchos ayuntamientos estudian seguir los pasos de Tàrrega y contratar seguridad privada para blindar sus piscinas municipales. Una medida costosa, pero que, viendo la magnitud del reto viral, podría convertirse en la única salida para frenar una tendencia tan absurda como peligrosa.

Lo ocurrido en Tàrrega es el reflejo de un problema que está creciendo sin control. Lo que empezó como una “broma” en redes sociales se ha convertido en una crisis de salud pública que ya afecta a centenares de municipios en toda España. Cada cierre de piscina supone un gasto extraordinario en limpieza y desinfección, además de la frustración de vecinos que ven cómo se arruina su verano por culpa de unos pocos irresponsables.