Hay debates en la cocina que se repiten en todos los hogares y entre todas las generaciones. El microondas destruye nutrientes, si lavas el arroz retiras el almidón, si añades aceite a los espaguetis consigues que queden más sueltos… y seguro que estás pensando en muchos más ejemplos. Eso sin nombrar el gran debate de si la tortilla debe llevar cebolla o no. El de echar la sal con el agua fría o una vez que ya hierve es uno de los más repetidos. O eres de un equipo o del otro. Pero la ciencia también tiene algo que decir y para ello está uno de los creadores de contenido más innovadores. @soycienciaycocina cuenta con más de dos millones de seguidores a los que sorprende con videos llenos de ingenio y ciencia.
Poner sal al agua hace que hierva más rápido o más lento: la respuesta final
En uno de los últimos videos publicados intenta arrojar luz sobre este tema. Primero hace un pequeño experimento y el resultado nos deja prácticamente igual, ya que la diferencia entre lo que tarda en hervir agua sola y agua con sal es casi inapreciable. Unos segundos más o menos que no nos van a ayudar en unas prisas. Pero, ¿qué dice la ciencia? “No es que la sal haga que hierva antes, más bien, al disolverse en el agua, eleva el punto de ebullición de esta, por lo que necesita más energía para hervir y le dificulta que se haga vapor”, confiesa el experto y zanja el tema.

El fenómeno que explica este comportamiento se conoce como elevación del punto de ebullición, una propiedad coligativa que depende de la cantidad de partículas disueltas (en este caso, iones de sodio y cloro). Cuanta más sal añadas, más sube la temperatura a la que el agua hierve, aunque el cambio es mínimo con las dosis habituales en cocina. Por ejemplo, para aumentar el punto de ebullición en 1 °C habría que disolver casi 58 g de sal por litro de agua, ¡ni el peor cocinero llega a esas concentraciones!
En la práctica, esto significa que el agua salada tarda un pelín más en alcanzar el hervor que el agua pura, pero la diferencia, de apenas unos segundos, no compensaría jamás el aumento de tiempo. Así que, si lo tuyo son las prisas, mejor sigue calentando el agua como hasta ahora, sin complicarte y reserva la sal para cuando quieras sazonar de verdad tus recetas.

¿Te resistes a creerlo? Uno de los argumentos de los más escépticos es que cuando echas sal al agua ya hirviendo, parece que coge más fuerza, sube rápidamente, aunque luego vuelve a su punto. Y eso es solo una reacción momentánea hasta que se disuelve, pero no hierve más. Algo parecido al mito que dice que el agua no hierve si estás mirando la olla.