En el mundo de las recetas tradicionales con garbanzos, muchas personas piensan automáticamente en el popular hummus. Sin embargo, existe una preparación mucho menos conocida, pero con siglos de historia, que merece un lugar en nuestra mesa: el morrococo. Este plato, típico de Jaén, es una crema espesa y reconfortante que combina legumbres y especias para crear una textura suave y un sabor profundamente aromático. Se suele disfrutar como un plato caliente o templado, servido con pan plano para dipear, convirtiéndose en una opción perfecta para quienes buscan una alternativa nutritiva y sorprendente. Lo mejor es que, además de ser deliciosa, es muy fácil de preparar y apenas necesita ingredientes difíciles de conseguir.
La antigua receta con garbanzos para dipear que muchos no conocen
El morrococo no es solo un plato, sino una ventana a la tradición culinaria andaluza más humilde. Surgió como una forma de aprovechar al máximo los alimentos básicos y proporcionar energía durante los meses fríos, aunque hoy en día también se consume en cualquier época del año. Su base de garbanzos cocidos se combina con aceite de oliva y especias como el comino, creando un sabor profundo y ligeramente terroso. A diferencia del hummus, no se utiliza tahini, lo que le da una identidad propia y un carácter más rústico. Su sabor y textura lo convierten en una de esas recetas que, una vez probadas, se quieren repetir.

Ingredientes:
- 250 g de garbanzos secos (o 500 g cocidos)
- 75 ml de salsa de tomate
- 3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 cucharadita de comino en polvo
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- Sal al gusto
- Agua o caldo de verduras para ajustar la textura
Esta receta sencilla representa la esencia de la cultura marroquí
Preparación del morrococo:
Tras dejar los garbanzos en remojo toda la noche, se cuecen hasta que estén tiernos. Una vez listos, se colocan en una olla junto con parte de su agua de cocción, el aceite de oliva, las especias y la salsa de tomate. Se tritura todo con una batidora de mano o se machaca con un tenedor para conseguir una crema espesa, añadiendo más líquido si se desea una textura más ligera. Se rectifica de sal y se sirve caliente, acompañado de pan plano o tostadas.

El morrococo es un ejemplo perfecto de cómo una receta sencilla puede transmitir la esencia de una cultura. No solo es saludable, sino que su preparación invita a tomarse un momento para reconectar con lo tradicional. Servido en reuniones familiares o como entrante en una comida con amigos, este plato es una muestra de hospitalidad y calidez. Descubrirlo es redescubrir los garbanzos bajo una luz completamente nueva, lejos del omnipresente hummus y con un encanto propio que invita a repetir.