En los últimos años, las estanterías de los supermercados se han llenado de bebidas vegetales: soja, avena, arroz… y, por supuesto, almendra. Todas ellas se presentan como alternativas saludables a la leche de vaca y su popularidad no para de crecer. Pero no todas son igual de sanas: muchas marcas industriales incluyen azúcares añadidos, estabilizantes y aceites vegetales para alargar su vida útil y mejorar su textura. Si buscas un trago de pura almendra y nada más, la mejor opción es prepararla tú mismo en casa. En apenas unos minutos tendrás una bebida natural, sin sorpresas en la etiqueta y con el sabor recién hecho.
Hacer leche de almendras en casa es muy fácil
Ingredientes necesarios para 1 litro aproximadamente:
- 100 g de almendras crudas (sin sal ni tostar)
- 1 litro de agua fresca
- 1 pizca de sal (opcional)
- Endulzante al gusto (dátiles, miel, sirope de agave o ningún añadido)

Coloca las almendras en un bol y cúbrelas con agua. Déjalas en remojo al menos 4 horas (o toda la noche). Esto las hidrata y ablanda, facilitando luego la extracción de la bebida. Desecha el agua de remojo y aclara las almendras bajo el grifo para eliminar impurezas. En una batidora potente, introduce las almendras y 750 ml del agua fresca. Bate a alta velocidad durante 1–2 minutos, hasta obtener una mezcla homogénea y blanquecina. Cuela esa papilla con un paño de algodón o un colador de malla fina. Aprieta o exprime para extraer la mayor cantidad de líquido posible. La pulpa resultante (okara) puedes aprovecharla en galletas, bizcochos o batidos. Añade el resto del agua (los 250 ml) y, si quieres, una pizca de sal para realzar el sabor. Endulza al gusto con un par de dátiles o una cucharadita de miel o gave, o déjala sin azúcar para un resultado totalmente puro.
Consejos para principiantes
Guarda tu leche de almendra en una botella hermética en el frigorífico. Se conservará 3 o, como máximo, 4 días. Si cambia de aspecto, no pasa nada. Al ser natural es normal que se “separen” los ingredientes, por lo que solo tienes que agitar antes de consumir y listo. Control de azúcar. Lo ideal sería tomarla sin más, pero si se busca un toque dulce es mejor añadir el ingrediente que se quiera poco a poco para controlar el resultado y no pasarse. Aprovecha la pulpa residual. La fibra que queda tras colar la leche, conocida como okara, no es un desperdicio: guárdala y dale un segundo uso en la cocina. Puedes incorporarla a masas de galletas, bizcochos o panecillos para aumentar su contenido en fibra, mezclarla en batidos junto a fruta o incluso deshidratarla y convertirla en harina de okara para tus recetas de repostería sin gluten.