El café es una de esas rutinas diarias que marcan el inicio de la jornada para millones de personas. En España, según la Asociación Española del Café, se consumen más de 65 millones de tazas al día, y la mayoría se preparan en casa. Aunque las máquinas de cápsulas se han hecho casi omnipresentes, muchos siguen prefiriendo la cafetera italiana de toda la vida, esa que impregna la casa con su aroma inconfundible y que, cuando se usa bien, ofrece un sabor difícil de superar. Pero incluso los más cafeteros cometen un error muy común que arruina el sabor de su taza sin darse cuenta.

El error que todos cometemos al guardar el café

Y no, no tiene que ver con el tipo de café o con la dureza del agua que utilicemos, sino con cómo se coloca el café molido en la cafetera. Es habitual ver en bares o en vídeos de redes sociales que, antes de enroscar la parte superior, se presiona el café con fuerza para que quede compacto. Pero hacerlo es un fallo que cambia completamente el resultado final: el café se vuelve amargo, pesado y sin matices.

Cafetera de bar / Foto: Unsplash
Cafetera de bar / Foto: Unsplash

El influencer especializado en café @CafeMaxpag, muy seguido en TikTok, lo explica de forma sencilla: “En el expreso buscamos extraer a través de la presión. En la italiana, en cambio, es una infusión por vapor. El agua tiene que pasar sin obstáculos”. En otras palabras, si compactas el café, el vapor no puede circular correctamente y la bebida se sobrecalienta, provocando un sabor quemado que no es lo que estamos buscando.

La cafetera italiana no funciona como una máquina de espresso

La cafetera italiana no funciona como una máquina de espresso. Mientras esta última utiliza una bomba para forzar el agua a presión, la italiana infusiona lentamente el café con el vapor que genera el agua al hervir. Por eso, el truco está en dejar el café ligeramente suelto, sin apretarlo y mucho menos prensarlo como sí vemos en bares o restaurantes. Solo hay que llenar el filtro hasta el borde, extenderlo suavemente con una cuchara y eliminar el exceso con el dedo o con el canto de la cuchara para utilizarlo en la siguiente vez que hagamos café.

Cafetera italiana / Foto: Unsplash
Cafetera italiana / Foto: Unsplash

Además, hay otros detalles clave que marcan la diferencia: usar agua caliente y blanda (nunca fría del grifo), colocar la cafetera en el fuego más pequeño y mantener la tapa levantada hasta que empiece a subir el café. Cuando termina, se apaga el fuego y se sirve al instante. Así se evita que el café siga cociéndose y adquiera notas amargas. Seguir estos pasos es casi un ritual, pero el resultado merece la pena: un café equilibrado, con cuerpo, aroma y ese toque de suavidad que convierte cada sorbo en un pequeño placer. Porque, al final, hacer un buen café no es cuestión de suerte, sino de técnica, y a veces el secreto está en algo tan sencillo como no presionarlo demasiado.