Hay pocas dudas de que los champiñones son uno de los ingredientes más versátiles y apreciados en la cocina, presentes en guisos, salteados, ensaladas y hasta en pizzas. Sin embargo, cada vez que alguien los va a preparar surge la misma cuestión: ¿hay que lavarlos o no? La pregunta parece sencilla, pero genera debate incluso entre personas expertas en gastronomía. Hay quienes sostienen que deben limpiarse bajo el grifo porque así se eliminan restos de tierra y posibles impurezas, mientras que otros defienden que el contacto con el agua cambia por completo su textura. Lo cierto es que no se trata solo de una manía culinaria, sino de una discusión que tiene base científica y que explica por qué, en este caso, no siempre la lógica de “lavar todo lo que se come” es la más recomendable.

¿Hay que lavar los champiñones o no?

Los especialistas coinciden en que los champiñones, al ser un alimento con una estructura esponjosa y altamente porosa, absorben gran cantidad de líquido cuando se sumergen o se enjuagan con abundante agua. Esa absorción provoca que pierdan parte de su firmeza natural, se vuelvan blandos y liberen demasiada humedad durante la cocción, lo que hace que no se doren correctamente y pierdan sabor. Por ello, se aconseja evitar el lavado directo con agua salvo que sea absolutamente necesario. En su lugar, se recomienda utilizar métodos más suaves que respeten la integridad del producto y conserven al máximo su sabor delicado.

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Debido a toda el agua que contienen lavarlos les añade aún más / Foto: Unsplash

Una de las formas más habituales de limpiar estos hongos es emplear un paño limpio o un trozo de papel de cocina ligeramente humedecido. Con movimientos suaves se van retirando los restos de tierra que puedan quedar adheridos, sin necesidad de empapar el champiñón. También existe la opción de utilizar un pequeño cepillo específico para verduras, que ayuda a desprender las partículas sin alterar la superficie. Con estas técnicas se logra que el champiñón conserve su textura firme, mantenga su capacidad de dorarse bien en la sartén y conserve intactos sus matices.

Una de las recomendaciones de los expertos es utilizar un paño húmedo o un trozo de papel de cocina

No obstante, hay situaciones en las que lavarlos rápidamente bajo un pequeño chorro de agua puede ser inevitable, por ejemplo cuando los champiñones vienen con demasiada tierra o suciedad incrustada. En esos casos, los expertos recomiendan hacerlo con rapidez, evitando dejarlos en remojo, y secarlos inmediatamente con papel absorbente para que el agua no penetre demasiado. Este detalle marca la diferencia entre un champiñón que queda jugoso y aromático y otro que se cocina al vapor en su propia humedad.

Los especialistas en gastronomía coinciden en que los champiñones frescos deben manipularse con delicadeza, respetando su naturaleza porosa. No es necesario sumergirlos ni darles un baño largo de agua, porque eso arruina parte de sus cualidades. La clave está en entender que menos es más: basta un trapo, un poco de papel y un toque de paciencia para disfrutar de este alimento en todo su esplendor, con su sabor delicado y esa capacidad única de realzar cualquier plato.