La cerveza es una de esas bebidas que forman parte del paisaje emocional y cultural de medio mundo: acompaña reuniones, comidas, celebraciones y hasta conversaciones improvisadas que se alargan sin que nos demos cuenta. Su popularidad es tan grande que muchas culturas la han convertido en un símbolo social y gastronómico, y su historia está ligada incluso a la supervivencia de generaciones enteras. Pero junto a ese encanto ancestral hay un enemigo que todos conocemos demasiado bien: la resaca, ese malestar que aparece cuando la celebración se va de las manos. Por eso ha llamado tanto la atención una propuesta revolucionaria que llega desde el Reino Unido: una cerveza sin alcohol capaz de reproducir la sensación de embriaguez sin causar resaca, sin efectos adversos y sin riesgo de adicción. Una bebida que suena casi a ciencia ficción y que está poniendo patas arriba lo que creíamos saber sobre el alcohol y sus efectos en el cerebro.
Cerveza sin alcohol que emborracha sin dar resaca
La protagonista de esta historia se llama Gabyr, y nace en los laboratorios de Gaba Labs, situados a las afueras de Londres. El proyecto está dirigido por el prestigioso neurocientífico David Nutt, experto en cómo se comporta el cerebro bajo la influencia del alcohol. En lugar de emborrachar mediante etanol, como ocurre con cualquier cerveza convencional, Gabyr actúa sobre los receptores GABA, vinculados a sensaciones de relajación y desinhibición. Este enfoque permite generar un estado similar a la “borrachera suave”, pero con un detalle sorprendente: el efecto dura apenas 30 minutos, no deja malestar posterior y, según Nutt, no puede considerarse placebo. Se han registrado cambios reales en la actividad cerebral mientras las personas se sienten más tranquilas, sociales y despreocupadas, tal y como ocurriría después de un par de cañas.

Su efecto dura tan solo 30 minutos y no deja malestar posterior
La innovación va más allá de eliminar la resaca. Gabyr está diseñada para no activar circuitos cerebrales relacionados con la dopamina o las endorfinas, que son los que favorecen la adicción, la agresividad o los temidos black-outs. En otras palabras, esta bebida produce desinhibición, pero evita los mecanismos que vuelven dañino al alcohol tradicional. ¿Cómo lo consigue? Gracias a una mezcla de botánicos como la magnolia, la pasiflora o la hoja de damiana, plantas conocidas por sus propiedades relajantes, combinadas con un proceso de “casi-fermentación” típico de las cervezas 0.0%. De ese modo mantiene aroma y sabor similares a una cerveza convencional, pero sin una sola gota de etanol.

Pero si no lleva etanol, ¿puede detectarse en un control de alcoholemia? La respuesta es no. Al no contener alcohol real, los dispositivos de medición no registran ningún rastro. Aun así, David Nutt insiste en que eso no significa que sea seguro conducir tras consumirla. La relajación que genera podría afectar la capacidad de reacción, y aún son necesarios estudios de largo plazo para comprobar su seguridad total en colectivos como embarazadas o personas con trastornos neurológicos.
Gabyr abre un debate fascinante sobre el futuro del consumo recreativo: una bebida que hackea tu cerebro para ofrecer lo bueno de la cerveza… sin lo malo. Una idea que hace apenas unos años habría parecido imposible.