Antes de que las bebidas energéticas se convirtieran en un producto omnipresente en tiendas, gasolineras y discotecas, hubo una que abrió el camino de manera tan exagerada que hoy sería impensable verla en el mercado. En 1985, una empresa estadounidense lanzó una bebida que prometía literalmente “todo el azúcar y el doble de cafeína” que cualquier refresco de la competencia. Su nombre era Jolt Cola, y su lema se convirtió en toda una declaración de intenciones para una generación que empezaba a descubrir el poder (y los peligros) de los estimulantes embotellados.
La primera bebida energética que nadie compraría hoy
Por aquel entonces, la guerra de los refrescos entre Coca-Cola y Pepsi estaba en pleno apogeo, y The Jolt Company quiso colarse en el ring ofreciendo lo contrario a lo que todos los demás empezaban a promover: naturalidad, moderación o versiones “light”. Jolt presumía de usar azúcar real en lugar de jarabes y de incluir una cantidad de cafeína que doblaba a la de cualquier cola tradicional. Era una bebida sin complejos, que se vendía como el combustible perfecto para estudiantes, jóvenes trabajadores o programadores que necesitaban mantenerse despiertos.

El envase no engañaba: cada lata contenía hasta diez cucharadas de azúcar y una descarga de cafeína capaz de mantenerte alerta durante horas. En tiempos en los que nadie hablaba aún de los efectos del exceso de estimulantes, Jolt se presentaba como la solución ideal para sobrevivir a las noches de estudio o trabajo. Su éxito fue inmediato, especialmente entre los adolescentes y universitarios, que la veían como una forma “divertida” de desafiar a sus padres y a las normas no escritas de la alimentación saludable.
Jolt se presentaba como la solución ideal para sobrevivir a las noches de estudio o trabajo
El fenómeno creció tanto que Jolt Cola se convirtió en un icono pop de los noventa. Apareció en películas de culto como Jurassic Park y se hizo habitual en los escritorios de los primeros informáticos y gamers, que la consideraban su “bebida oficial”. Su sabor era fuerte y dulce hasta el extremo, pero su promesa de energía instantánea la convertía en un producto irresistible para los más jóvenes.

Con la llegada de Red Bull en 1987, el panorama cambió. La nueva bebida austriaca introdujo otros ingredientes, como la taurina, y un marketing mucho más sofisticado. Frente a eso, Jolt empezó a parecer un exceso del pasado. La compañía intentó resistir durante dos décadas, incluso cambiando su eslogan en 2009 por un más discreto “El doble de cafeína”, pero el daño ya estaba hecho.
En 2017, la marca intentó un breve renacimiento, esta vez dejando claro en su etiqueta que “no es una bebida para niños”. Aun así, su fórmula seguía siendo una bomba de azúcar y cafeína difícil de justificar en los tiempos del zero y el bio. Hoy, Jolt Cola es un recuerdo de una época en la que la energía se medía en cucharadas y miligramos, y en la que la idea de “todo el azúcar, el doble de cafeína” parecía una promesa… no una advertencia.