Tal día como hoy del año 1651, hace 369 años, una gran riada devastaba el valle bajo del río Segura, situado en el extremo sur del País Valencià. Según las fuentes documentales, aquella riada se produjo a causa del fenómeno meteorológico que modernamente se denomina gota fría. Según los cálculos modernos, basados en la información de las fuentes documentales, durante las horas precedentes a la riada cayeron más de 1.000 litros por metro cuadrado, sobre el territorio del valle bajo del río Segura (desde Murcia a Guardamar, en la desembocadura).

También, según las fuentes documentales, el río Segura se desbordó a la altura de Murcia, y provocó graves inundaciones en Orihuela, Molins, Algorfa, Almoradí, Benijofar, Rojales y Guardamar del Segura. Según algunos cálculos, murieron un mínimo de 1.000 personas; sobre todo en los barrios y en las alquerías situados en el cauce del río. La mayoría de las víctimas murieron a causa del derrumbe de las casas (por la fuerza de la corriente) o por ahogo (arrastradas por la corriente). Las mismas fuentes revelan que en los pueblos afectados el agua llegó a una altura de ocho metros (planta baja y planta primera).

Una de las personas coetáneas que vivió aquella catástrofe y que mejor la describió sería la monja barcelonesa Maria Àngela Astorch (de origen judeoconverso y abadesa de las capuchinas de Murcia). Astorch sería quien redactaría un memorial dirigido al rey Felipe IV, denunciando el estado de ruina y de miseria en que había quedado aquel territorio después de la riada. Cuando se produjo la riada, el valle del Segura estaba saliendo de una profunda crisis económica provocada por la expulsión de los moriscos (1609). Y a pesar de la emergencia, la corona hispánica no destinaría ninguna ayuda.

El Bajo Segura caería, de nuevo, en un escenario de crisis profunda que provocaría el abandono del territorio (por muerte o por emigración). Pasado medio siglo (1704), el cardenal Belluga (muy próximo a Felipe V) obtuvo importantes recursos públicos para reparar los efectos de la riada, y ordenó la repoblación con familias campesinas procedentes de la huerta de Murcia. De esta forma (excepto en Guardamar) se iniciaba la sustitución lingüística. Orihuela y el valle bajo del Segura, que habían sido valencianohablantes desde la reconquista (siglo XIII), pasarían a ser castellanohablantes.