En el FC Barcelona hay un debate silencioso, pero cada vez más evidente. Se trata de la portería. Con la lesión de Joan García, el equipo ha perdido una pieza fundamental. El catalán era un seguro bajo palos. Y su ausencia pesa más de lo que muchos reconocen en público.

El elegido para cubrir ese vacío es Wojciech Szczesny. Tampoco había más. Un portero con experiencia, con una larga carrera en grandes clubes. Sin embargo, su rendimiento genera dudas. Pau Cubarsí lo respalda. Pedri también lo hace. Y no son los únicos que lo defienden en el vestuario, apelando a su veteranía y profesionalismo. Pero sobre el césped, la realidad es distinta. El Barça sufre cada vez que juega.

Szczesny

Szczesny genera cada vez más dudas

Ante el PSG se vio con claridad. En los goles encajados poco pudo hacer. Estaba vendido. Ningún portero del mundo puede detenerlo todo. Pero el problema no está en esas acciones imposibles. El verdadero inconveniente es otro: la sensación de inseguridad que transmite. Sus defensores lo sienten. Juegan con más dudas. Retroceden un paso. Se preocupan demasiado por lo que ocurre a sus espaldas.

El polaco tiene virtudes, sí. Colocación, experiencia, temple. Pero sus limitaciones saltan a la vista en noches grandes. La edad le pesa en las salidas. No domina el área como debería. Y sobre todo, su juego de pies es un lastre. En un equipo como el Barça, eso se convierte en un problema estructural.

Porque el Barça necesita porteros que inicien el juego. Que encuentren al hombre libre. Que superen la presión rival con un pase preciso. Ter Stegen lo hacía. Joan García también. Szczesny no. Le cuesta encontrar soluciones rápidas. Y cuando lo intenta en largo, los balones casi siempre se pierden. El ataque empieza tarde. La posesión se rompe. El rival se crece.

Szczęsny EFE

De momento no hay nada mejor

Esto ha llevado a una conclusión incómoda en el club. Con Szczesny, el Barça solo puede imponerse si es muy superior. Si no lo es, la portería se convierte en un punto débil. Lo comprobó contra el PSG. Lo notará en partidos de máxima exigencia en la Champions League o en LaLiga. Y ese es el verdadero drama: no hay un sustituto mejor.

El mercado ofrece alternativas, sí. Pero no a corto plazo. Y en el vestuario son conscientes de que, por ahora, no queda otra que confiar en el polaco. Cubarsí lo dice claro: “Necesitamos apoyarlo”. Pedri también pide calma. Pero los dos saben que no es suficiente. El equipo necesita algo más.