Cloudflare, la enorme red que protege, acelera y sostiene una parte descomunal de internet, está experimentando una incidencia de alcance global. Cuando Cloudflare cae, el temblor se nota en todas partes. Plataformas como ChatGPT, Twitter, Canva o incluso la DGT o IKEA, que utilizan sus servicios para agilizar cargas y amortiguar ataques, han sufrido caídas visibles para los usuarios: páginas que no cargaban, funcionalidades que respondían a medias o directamente errores 500 en cadena. Pero la afectación no se ha quedado ahí: miles de webs pequeñas y grandes, e-commerce, aplicaciones SaaS y servicios menos mediáticos han quedado atrapados en el mismo paréntesis digital.
¿Por qué una sola empresa puede hacer tambalearse media internet? Porque Cloudflare no es solo un escudo: es un punto de paso masivo. Una autopista por donde circula una parte gigantesca del tráfico mundial. Cuando esta autopista sufre una incidencia —un corte, un atasco, un problema de rutas o configuración— el efecto se multiplica a una velocidad sorprendente.
¿Por qué ha caído Cloudflare?
Todo indica que la situación se está estabilizando, pero todavía no hay un diagnóstico público que explique el origen del fallo. Es de esperar que, como hacen habitualmente, Cloudflare publique un post mortem detallado una vez tengan todas las piezas del rompecabezas. El primer aviso oficial ha aparecido a las 11:48 UTC, con un mensaje conciso pero lo suficientemente alarmante: Cloudflare había detectado un problema que afectaba a múltiples clientes. Las pistas eran claras —errores 500 generalizados, el Dashboard inoperativo e incluso la API fallando—, un escenario que solo se ve cuando algo profundo tambalea dentro de su infraestructura.
Apenas un cuarto de hora después, a las 12:03 UTC, la empresa volvía a pronunciarse: continuaban investigando el problema. Este tipo de actualizaciones, aunque breves, suelen indicar que no se trata de un simple desajuste o una sobrecarga puntual, sino de una incidencia que necesita un despliegue coordinado de ingenieros revisando sistemas, rutas y configuraciones en tiempo real.
A las 12:21 UTC, el tono ha cambiado levemente hacia el optimismo. Cloudflare aseguraba que los servicios comenzaban a recuperarse, pero advertía que los usuarios todavía podrían toparse con tasas de error superiores a las habituales mientras seguían aplicando medidas correctoras. Es una manera sutil de decir: “estamos apagando incendios, pero todavía hay humo”.
Y a las 12:37 UTC, un nuevo comunicado confirmaba que el proceso de investigación continuaba abierto. Todo ello dibuja la típica secuencia de un incidente a gran escala: detección, contención, estabilización progresiva y, finalmente, el largo trabajo de diagnóstico.

¿Qué es Cloudflare?
Cloudflare es, dicho rápido y claro, una de las grandes columnas vertebrales de internet. No es una red social, ni un buscador, ni un proveedor de alojamiento; es más bien una capa intermedia que se interpone entre una web y el mundo exterior para hacer que todo funcione mejor y más seguro.
- Protección contra ataques. Cloudflare actúa como un escudo. Cuando una web recibe un ataque —sobre todo los famosos DDoS, que colapsan un servidor enviándole una avalancha de tráfico falso— es Cloudflare quien aguanta la embestida y filtra lo que es legítimo de lo que no.
- Aceleración y rendimiento. Distribuyen contenido a través de una enorme red de servidores repartidos por todo el mundo. Esto significa que, si entras en una web, normalmente no te conectas a su servidor original sino a un punto de Cloudflare que tienes más cerca. El resultado: páginas que cargan más rápido.
- DNS e infraestructura básica. También gestionan servicios esenciales como DNS (el “libro de teléfonos” de internet), rutas, certificados de seguridad y todo un surtido de herramientas que muchas webs utilizan sin que nos demos cuenta.
Millones de webs y aplicaciones —desde gigantes como Canva o Discord hasta tiendas pequeñas— dependen de ellos. Por eso, cuando Cloudflare tiene un mal día, media red tiembla.