La historia de los Mundiales ha demostrado que ser primero de grupo no es siempre lo mejor. Teóricamente, ganar el grupo te garantiza un rival más asequible, ya que en los octavos de final te toca un segundo, aunque hay que mirar más allá, analizar el camino que te debe llevar a la final. Y es que los Mundiales no son un todos contra todos, sino una ruta corta con caminos más fáciles que otros.
Y en el caso de España hay una bomba escondida para el que gane el grupo, con Alemania como principal rival para la Roja. El ganador se las verá con el segundo del grupo F, con Bélgica como principal favorita para ser primera y Croacia para ser segunda. Sobre el papel, Bélgica es más difícil que una Croacia a la que España ya eliminó en la Eurocopa. El problema vendría después.

Quedar segundo del grupo E, mejor camino
Y es que solo una sorpresa mayúscula evitaría que el rival del primero del grupo de España y Alemania no se las tuviera que ver en los cuartos de final con Brasil, que tiene un camino aparentemente asequible. La canarinha, gran favorita junto a Francia para el título, comparte grupo con Serbia, Suiza y Camerún, mientras que en los cuartos se medirá contra el segundo del grupo H, formado por Portugal, Uruguay, Ghana y Corea del Sur.
A simple vista, pues, para España y Alemania parece más fácil el camino que marcaría quedar segunda de grupo. En octavos estaría la gran trampa, Bélgica, mientras que en los teóricos cuartos se enfrentaría muy presumiblemente al ganador del Portugal-Serbia, más sencillo que tener que jugar contra la Brasil de Neymar, Vinícius y compañía.

Dos caminos muy distintos por delante
España, claro está, irá a por todas en todos los encuentros, partido a partido, aunque es consciente de que, si todo va según lo previsto, el enfrentamiento contra Alemania marcará su futuro en el Mundial de Qatar. Una victoria le daría fuerza moral para afrontar la competición, pero tendría el riesgo de jugársela contra Brasil en los cuartos de final. Sería un partido histórico, complicadísimo, aunque en el caso de ganar, acabaría por impulsar a la Roja hasta la gloria.
Una derrota sería un golpe duro, pues volvería a poner sobre la mesa la capacidad de la Roja para enfrentarse a los grandes. A cambio, podría dejar un camino más asequible de cara al futuro. Y es que la historia está lleno de casos de selecciones que, empezando mal el torneo, lo han acabado ganando. España no puede elegir, pues nunca se puede jugar a no ganar, aún y sabiendo que a veces puede ser mejor.