Tortosa, 7 de febrero de 1413. Hace 608 años. Se iniciaban las sesiones de la Disputa de Tortosa, un debate teológico que enfrentaría las figuras intelectuales más destacadas de las comunidades cristiana y judía catalano-aragonesa. Aquel debate, promovido por el poder a bombo y platillo con el clarísimo propósito de desprestigiar el judaísmo, se habría podido celebrar en cualquiera de las cinco capitales de los cinco dominios de la Corona. Pero, finalmente, la sede de aquel pogromo intelectual sería Tortosa. La elección de la capital del Baix Ebre no fue fruto de la casualidad. A principios del siglo XV, Tortosa rivalizaba con Perpinyà por la segunda plaza en el podio de ciudades catalanas. Y su centralidad, en el cruce de los ejes Barcelona-Valencia y Zaragoza-Palma, la postulaba como una firme candidata a convertirse -en un futuro- en la capital de la Corona catalano-aragonesa.

Mapa de los estados ibèrics de la Corona catalano aragonesa (1600), Fuente Cartoteca de CatalunyaMapa de los estados ibeéricos de la Corona catalano-aragonesa (1600) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Cómo era la Tortosa de 1400?

La Tortosa del siglo XV era una réplica a escala de Barcelona, de Nápoles o de Valencia. Con casi 10.000 habitantes (Barcelona tenía 40.000, Nápoles 60.000, y Valencia se aproximaba a los 80.000), reunía todos los estratos del dibujo urbano clásico medieval. En la cumbre de la pirámide había una poderosa oligarquía latifundista (que remontaba al siglo XII, el de la incorporación de la ciudad a los dominios condales catalanes) y una rica y dinámica clase mercantil (que, a partir de la conquista catalana, había crecido en torno al estratégico puerto fluvial). En los estratos intermedios, se movían unos activos gremios menestrales (que daban servicio a las clases privilegiadas y a los mercaderes forasteros que frecuentaban la ciudad). Y en la base, una masa "proletaria" que vestía las calles de ruido, de color, y -también- de hambre y de miseria.

¿Cuál era el principal activo de Tortosa?

Desde mediados de la centuria de 1300, Tortosa era el principal puerto del Ebro, en aquella época la auténtica autopista de transporte de personas y de mercancías que conectaba Navarra y Aragón con el Mediterráneo y a la inversa. La lana, la carne, el trigo, o la madera, que exportaban navarros y aragoneses, pasaba por el puerto de Tortosa. De la misma forma que los trapos barceloneses, el vino valenciano o las almendras mallorquinas -por citar solo tres ejemplos- con destino a Zaragoza o a Pamplona, pasaban también por el puerto de Tortosa. Se puede decir que Tortosa se convertiría en el nexo que unía las principales rutas marítimas del Mediterráneo con el eje fluvial del Ebro. Y que la preciada sal que se producía en el Delta del Ebro -y que se exportaba por todas estas rutas y ejes- se convertiría en la marca que prestigiaba la ciudad.

Martí l'Humà, Alfons el Magnànim y Carles de Gante. Fuente Museu Diocesà de Barcelona, Museo de Zaragoza y Museo del PradoMartín el Humano, Alfonso el Magnaánimo y Carlos de Gante / Fuente: Museu Diocesà de Barcelona, Museo de Zaragoza y Museo del Prado

¿Por qué se debatía un cambio de capital?

A principios del siglo XV, Barcelona había perdido -en beneficio de Valencia- el liderazgo demográfico y económico del edificio político catalanoaragonés. Incluso, con la incorporación de Nápoles había perdido la segunda posición. No obstante, conservaba el prestigio que -durante los tres siglos anteriores- había ganado como motor económico, político y militar de la Corona. Pero las voces que exigían un cambio de paradigma (nueva clase dirigente, nueva dinastía real, nueva capital política) para salir de la crisis provocada por la Peste Negra (1348-1351) habían adquirido mucha fuerza. Martín I -el último Bel·lònida- había impulsado un macrojuicio inédito (1396) contra la corrupción política y fiscal. En Caspe (1412) las clases dirigentes de la Corona habían consagrado el relevo en el trono. Ya solo quedaba la cuestión de la capitalidad. Y muchas miradas se giraron hacia Tortosa.

Valencia, Nápoles... Tortosa

A pesar de las guerras civiles que devastaban el Principado (Revolución Remença, la Biga y la Busca) y a pesar de la escandalosa corrupción que había puesto en evidencia el papel de las élites barcelonesas, Catalunya conservaba la centralidad y Barcelona la capitalidad política. Pero Valencia y Nápoles se postulaban como relevos. Durante aquel siglo XV, Valencia había alcanzado la categoría de capital económica y cultural, y Nápoles se había convertido en la sede oficiosa de la corte de Alfonso el Magnánimo (1442-1458) y en el exilio de los comerciantes barceloneses que huían del conflictos catalanes (1448-1486). En aquella dinámica centrífuga, Tortosa aparece como "la opción catalana". A su estratégica situación se sumaba su naturaleza: un posible traslado de la cancillería al arenal del Ebro no implicaba la pérdida de la centralidad del Principado.

Cuadrante sur occidental de un mapa de Catalunya (1610). Fuente Cartoteca de CatalunyaCuadrante sur occidental de un mapa de Catalunya (1610) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Impidió culminar el "proyecto Tortosa"?

En primer lugar, es importante aclarar que el "proyecto Tortosa" fue una especie de último recurso de las oligarquías catalanas. En el transcurso de aquel siglo XV, las élites barcelonesas se rearmaron, y la capital catalana recuperó progresivamente su papel tradicional e histórico como capital de la Corona. Son los años de recuperación del Consulat de Mar, de expansión de la Casa de la Llotja o de creación de la Taula de Canvi, que culminarían con la organización del segundo viaje colombino (1493). Pero esta no sería la causa principal. Cuando menos, la definitiva. El "proyecto Tortosa" (situar la nueva capital de la Corona en el centro geográfico de los estados ibéricos) estalló antes de culminar, a causa, en buena parte, de las luchas intestinas de las clases privilegiadas locales: un conflicto en ascenso entre las oligarquías nobiliarias latifundistas y las clases mercantiles.

La guerra civil tortosina

Efectivamente, aquel nuevo horizonte fue interpretado de formas diferentes. Mientras que las clases mercantiles querían impulsar el papel de Tortosa, las oligarquías latifundistas pusieron todas sus energías a frenar un desarrollo que observaban como una amenaza a sus privilegios seculares. Hasta el extremo que las grandes iniciativas (como las de los armadores Cordell que, durante el siglo XVI, participaron en la creación de varias compañías de navegación con América y con la India), acabarían tomando forma en Inglaterra. La obra Los col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, escrita por el tortosino Cristòfol Despuig a mediados de la centuria de 1500, es una crítica feroz a estos "bandos|luchas" protagonizados por los Amich, los Aldana, los Boteller, los Cordel, los Curto, los mismos Despuig, los Jordà, los Pinyol, los Oliver, o los Sebil de Canyissar.

Grabado de Tortosa (1563) obra de Van der Wyngaerde. Fuente Ayuntamiento de TortosaGrabado de Tortosa (1563) obra de Van der Wyngaerde / Fuente: Ayuntamiento de Tortosa

¿Qué más impidió culminar el "proyecto Tortosa"?

Pero la causa definitiva que condenó aquel proyecto fue estructural. La creación de la monarquía hispánica (1479) desplazó el poder central a Castilla. Primero a Granada, y después a Toledo. Sin embargo, en plena dinámica de transformaciones, murió Isabel de Castilla (1504) y poco después (1505) su viudo Fernando se casaba, de nuevo, con Germana de Foix y engendraban a un heredero (1509) llamado a restaurar la Corona, que moriría prematuramente. Es posible, y eso quedará siempre como una especulación, que si el pequeño Joan (el hijo de Fernando y Germana) hubiera reinado, Tortosa habría tenido un papel protagonista en aquel nuevo estado de arquitectura moderna. Tal como lo hizo Madrid -en perjuicio de Toledo-, entre otras cosas, por su centralidad geográfica.