A raíz de las imágenes de los macrobotellones que se han podido ver últimamente en los medios - acompañadas siempre de mensajes bastante criminalizadores hacia los y las jóvenes - y con la llegada de fiestas como La Mercè, se tomó drásticamente la decisión de reabrir el ocio nocturno en Catalunya. O mejor dicho, que un 5% de los locales pudieran abrir en el exterior hasta las 3 de la madrugada siempre que se respetara la distancia, la mascarilla y la norma de no poder bailar. Ya de entrada esta medida se tambaleaba por sí sola, si consideramos lo que supone en la práctica; sentarse en una silla a consumir alcohol por un precio elevadísimo. Hecho que implica también una forma más de capitalizar las adicciones, y se hace tan palpable cuando no está permitido consumir alcohol en la vía pública pero sí en la terraza de un bar o de una discoteca.
Como ya parecía evidente, esta medida no fue suficiente para minimizar los macrobotellones y miles de jóvenes – con unas innegables ganas de socializar cara a cara después de un año y medio – se reunieron en la plaza Espanya de Barcelona aquel mismo fin de semana. Pero como rectificar es de sabios, la semana pasada se anunciaba que reabriría – con menos restricciones – el ocio nocturno para este pasado fin de semana. Ahora bien, ¿esta medida garantizará a largo plazo aliviar los macrobotellones, o estos espacios ya formaban parte incluso de la realidad de las jóvenes en el mundo prepandémico?
La criminalización de la juventud
La realidad, pues, es que el ocio nocturno tiene muchísimas carencias desde hace tiempo y hasta el momento estas no se han puesto sobre la mesa de forma institucional. Sólo se ha hecho para criminalizar, penalizar y "buscar soluciones" a las espaldas – como siempre - de los potenciales consumidores de este ocio, los y las jóvenes. Porque si alguna cosa cuesta en este país, es trabajar de la mano con las personas a quienes afecta directamente la problemática en cuestión. Una de estas carencias es la falta de opciones a la hora de consumir ocio nocturno y el alto coste de este; resulta que la única opción económica y por lo tanto real, en un contexto de tantísima precariedad juvenil - como el actual - son los botellones o las fiestas autogestionadas, ya que la mayoría de jóvenes no podemos permitirnos una entrada de 20 euros en una discoteca o una cubata de 15, considerando los sueldos que tenemos, si es que tenemos.
Hay que trabajar por la diversidad en cualquier ámbito, hay que comprender que no todo el mundo quiere bailar, ni quiere bailar lo mismo, que no todo el mundo quiere tomar alcohol o drogas, ni tiene una casa dónde poder hacer la fiesta a su gusto y, por lo tanto, si la hacemos fuera del espacio público no tiene ninguna opción más. Y las tiene que tener, porque el ocio nocturno también es salud mental. Por lo tanto, hay que trabajar partiendo de la idea que estos espacios seguirán existiendo, no se tienen que prohibir ni castigar, sino que nos tenemos que acercar, los tenemos que construir y, sobre todo, los tenemos que cuidar.
Hace falta que, desde las discotecas hasta los botellons - pasando por las fiestas de barrio, las raves, los conciertos, los festivales, los casales, los parques, las calles o las fiestas autogestionadas - sean espacios seguros para todo el mundo. Porque esta es otra de las enormes carencias que tiene el ocio nocturno desde hace mucho tiempo, y que, en los últimos días los medios han puesto sobre la mesa, pero de forma errónea.
No se trata de criminalizar los macrobotellones por ser espacios donde ocurren agresiones homófobas y machistas. Lo que no quiere decir que no se tengan que señalar. Lo que me parece erróneo pues, es criminalizar estos espacios y no hacerlo de las discotecas que discriminan por razón de etnia, género o estética y donde también ocurren muchísimas agresiones de todo tipo. Por lo tanto, señalémoslo todo. Es trabajo institucional habilitar espacios seguros, pero también es responsabilidad nuestra velar para que estos espacios estén libres de homofobia, de transfobia, de racismo o de machismo, y estén llenos de convivencia vecinal y respeto entre nosotros y por el medio ambiente.