Para hacerse una idea de por dónde transita la cultura de una sociedad, es interesante leer los artículos que escriben sus dirigentes políticos. ¿Sabéis cuántos artículos han publicado los principales líderes políticos catalanes en el primer semestre de 2025? No sigáis leyendo, pensad cuántos creéis que deberían haber sido. ¿Lo tenéis? Sigamos. Un poco más: ¿sabéis de qué temáticas han hablado los que sí han escrito artículos? No sigáis leyendo, pensadlo. ¿Lo tenéis? Sigamos. ¿Son vuestros temas?
Los políticos de hoy escriben poco. Y, sin embargo, es muy necesario que escriban. Alguien podrá decirme: “este y aquel otro sí lo hacen”. Cierto. Y muchos otros también. Generalizar siempre conlleva cometer alguna que otra injusticia, es verdad. Pero, en general, escriben poco. La percepción generalizada de que cada vez se lee menos no debería llevarnos a concluir que, como no se lee, ya no hace falta escribir. Y menos aún los políticos. Primero, porque que se haga menos no significa que no se haga. Segundo, porque lo que sobre todo ha cambiado es la forma en que se lee: del papel a lo digital, de lo más literario a un lenguaje más directo, etc. Y tercero, porque no puedes quejarte de que no se lee si tú no contribuyes con lecturas para combatirlo.
Hay una frase muy usada —juraría que en todos los espacios de formación de los partidos— que dice: “hecho el tuit, no pienses que el trabajo está hecho”. Pero muy a menudo el debate se plantea al nivel del tuit, del titular o del corte de voz. No seré yo quien diga que no hay que actuar en esos ámbitos si las reglas del juego vienen marcadas así. Pero hay que ser conscientes de que no son las únicas y, sobre todo, de que no son suficientes. Estos días se ha visto mucho en los tuits de apoyo a Alicante o en los tuits de apoyo a los afectados por los incendios en La Segarra. Y constantemente se ve en los mensajes que todos los políticos publican para explicar lo que hacen. ¿Está mal hecho? No. Pero lo que hace falta explicar es por qué lo hacen. ¿El porqué?
Escribir ayuda a organizar y estructurar el pensamiento, mejora la comunicación, crea liderazgo, contribuye a la reflexión pública, genera contacto directo con la gente, da credibilidad y autoridad moral
Acaba de publicarse el libro de uno de los asesores en la campaña de Trump, Newt Gingrich, donde explica todo lo que hicieron —durante años— para conectar con la cultura de la gente y no con la de las élites. Y cómo las élites no entienden que eso funcione. Hace referencia a lo que en su día Ronald Reagan llamó “mover la M”; la M es la mayoría de la gente. Y también cita la conocida frase de Margaret Thatcher: “primero ganas el debate, después ganas los votos”, para centrarse en temas mayoritarios. No tácticos, de fondo. No coyunturales, estructurales. No aquello que se da por hecho, sino lo que realmente la gente siente o piensa. Y ahora que gobiernan, dice que “aún tendrán que prestar más atención a lo que siente y piensa el pueblo americano”.
Han pasado ocho años desde el uno de octubre, y tras los escenarios que abre la sentencia del TC sobre la ley de amnistía, creo que el catalanismo debe hacer algo similar. No volverse populista, eh, al contrario. Escuchar a fondo a sus votantes. Interpretar las claves del enfado y del desencanto que una buena parte del catalanismo siente, y tratar de reconectar antes de que sea demasiado tarde. Y, sobre todo, entender qué es lo que se les está pidiendo que hagan. Sobre esta base, es necesario iniciar el diálogo.
Lincoln, Roosevelt, Churchill, Mandela, Thatcher, Havel, Merkel, Obama son ejemplos de políticos comprometidos con la tarea de escribir. El president Pujol también. Todos actuaron en épocas de cambios en la manera de comunicarse. Pero no dejaron de escribir. Supongo que eran conscientes de cómo escribir ayuda a organizar y estructurar el pensamiento, mejora la comunicación, crea liderazgo, contribuye a la reflexión pública, genera contacto directo con la gente, da credibilidad y autoridad moral. Y contribuye a su desarrollo personal e intelectual, así como a la creación de un legado personal y político. Y les da la oportunidad de tener influencia más allá de su carrera política.