"Me han dicho que es un día maravilloso. Algo único en todo el mundo. Tengo ganas de vivirlo en primera persona". Estamos a las puertas de la diada de Sant Jordi de este año y David Nicholls (Eastleigh, Anglaterra, 1966) ha aterrizado en Barcelona para presentar ante su muy extenso contingente de lectores su última novela, Aquí y ahora  (Letras de Plata, 2025, traducción de Daniel Casado Rodríguez). El autor de Siempre el mismo día, una de las novelas más populares de la literatura del siglo XXI —millones de ejemplares vendidos, traducciones a todos los idiomas imaginables, adaptaciones al cine y, muy recientemente, convertida en serie por Netflix—, está impaciente por vivir entre nosotros el día más bonito del año, firmando ejemplares de esta novela sobre la soledad al llegar a los 50 y el enamoramiento en la mitad del recorrido vital. Un relato moldeado con el estilo lleno de humor, ternura y humanidad característicos de Nicholls, que nos acerca a dos personajes que han perdido el rumbo y se reencuentran haciendo una ruta a pie por Inglaterra de costa a costa. Él es Michael, un profesor de Geografía hundido tras ser abandonado por su mujer. Ella, Marnie, una correctora editorial, estancada, luchando contra las largas tardes de soledad y una vida que a menudo parece escapársele.

Retrato a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons
Entrevista a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons

¿Qué relación tienes con tu correctora?
Bastante buena. La verdad es que cuando empezamos el proceso de corrección, me puse un poco nervioso, no quería que se sintiera interpelada, pero fue muy comprensiva. Aun así, mi relación más estrecha es con Fede, mi editor. Es brillante y me da muchas notas y sugerencias. El proceso de reescritura es lento, pasa por tres, cuatro o cinco borradores antes de llegar al corrector. Pero cada vez me gusta más. Al principio pensaba que uno escribía una novela, la entregaba y la publicaban. Ahora lo entiendo como un proceso colaborativo que siempre mejora el resultado final, y soy más cuidadoso con la edición que cuando empecé. Siempre puedes mejorar una página, incluso después de publicarla. Así que edito tanto como puedo hasta que me la quitan.

Perfeccionista.
Ahora más que antes, sí. Una vez publicado, ya está. Si hay dudas o se puede mejorar, hay que hacerlo. Los últimos meses antes de publicar son intensos: siempre pienso que puedo revisar ese párrafo una vez más. Aun así, siempre habrá errores.

También es cuestión de tener tiempo: si puedes dedicarte profesionalmente a escribir, puedes ser más perfeccionista.
Cuando empecé, tenía que compaginarlo con otros trabajos. Aunque la idea inicial era publicar un libro al año.

¿Qué trabajos hacías?
Era guionista.

Eso también es escribir.
Pero es un proceso muy diferente, mucho más colaborativo. Los cambios a menudo vienen del director, de los actores, del montador… Como guionista tienes menos control. Aun así, haber hecho ese trabajo ha influido en mi forma de escribir novelas: nunca invento las historias mientras escribo, sé qué escenas habrá y por qué, pienso mucho en los personajes, en su pasado, en su imagen... Antes de ponerme a ello, suelo usar un documento Word muy largo, de 40.000 o 50.000 palabras, que me sirve de guía, y siempre conozco el final de la novela, aunque pueda cambiar, porque las novelas permiten explorar mucho más el interior de los personajes, cosa que no permite tanto el guion.

¿Te gustan las adaptaciones al cine y las series que se han hecho de tus novelas?
Sí, mucho. Sobre todo la de One Day. Y también la de mi primer libro, Starter for Ten.

Esa la produjo Tom Hanks.
Fue una experiencia increíble. Pude compartir mucho tiempo con él, porque se implicó muchísimo en la película. Para un escritor novel, fue emocionante y abrumador trabajar con una estrella de esa magnitud. En el otro extremo, yo era inexperto, estaba muy nervioso y cometí errores.

Publicaste una novela que fue un éxito y Tom Hanks produjo su adaptación al cine: no hace falta flagelarse por los posibles errores que cometiste entonces.
La verdad es que no vuelvo a leer cosas de hace 20 o 25 años. Intento mirar hacia adelante. Todo lo que escribes refleja el momento en el que lo escribiste. Sin ser una autobiografía, de alguna manera, es como un diario, y siempre encontrarás cosas que cambiarías. Pero lo importante es seguir mejorando y ganando confianza.

¿Hasta qué punto te filtras en tus novelas?
Los libros nunca son directamente autobiográficos, y soy cuidadoso con eso. Pero sí reflejan quién era yo en ese momento. Las dos primeras novelas, por ejemplo: la primera trata sobre ser estudiante. Aunque no es exactamente mi experiencia, recurrí a los sentimientos de confusión, dificultad, momentos divertidos y tristes de esa etapa. La segunda trata sobre fracasar como actor. Esa es probablemente la más cercana a mi experiencia. Pero a medida que he envejecido, he intentado alejarme de lo que conozco y habitar otros personajes.

Retrato a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons
Entrevista a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons

Los libros nunca son directamente autobiográficos, y soy cuidadoso con eso. Pero sí reflejan quién era yo en ese momento

¿Tiene que ver con sentirse más seguro como escritor?
Sí, y te sientes capaz de escribir cosas más serias, más emocionales; personajes más alejados de ti, de tu punto de vista.

Supongo que eso es lo más divertido de escribir novelas.
Exactamente. Y para mí, de nuevo, hay paralelismos con la interpretación. Cuando empecé, tiraba de un pozo de experiencias muy pequeño. Aún hay cosas que sé que no puedo escribir con autoridad, pero en general ahora me siento más capaz de alejarme de mí mismo.

Historias normales, de gente normal… ¿Ese podría ser el rasgo definitorio de tus novelas?
Me encanta cuando la gente dice que se ve reflejada en mis novelas, o sus amigos, o sus parejas. Me gustaría conservar eso. También hay quien lo critica por ser demasiado común. Lectores que buscan otras cosas cuando leen ficción. Pero yo escribo las historias que me preocupan, que me obsesionan, que me interesan. Y me interesan los pequeños dilemas de la vida cotidiana, de las vidas domésticas y personales.

Quien te critica, lo hace metiéndote en el cajón de las comedias románticas.
Como todos los géneros, las comedias románticas también pueden abusar de los tópicos, clichés y tramas previsibles… Pero eso también puede ser parte del placer, y como autor hay maneras de jugar con esos lugares comunes, incorporando material más serio o siendo emocionalmente más honesto. Algunas de las novelas en inglés más aclamadas son novelas románticas clásicas, como Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, o Mucho ruido y pocas nueces, de Shakespeare.

Dicen que en Shakespeare está todo.
De joven me encantaba Dickens. Me identifiqué mucho con los personajes de Grandes esperanzas y David Copperfield. Aunque su mundo es exagerado, melodramático y con personajes extremos, escribía sobre todas las capas de la sociedad. Me hacían reír y me conmovían. Dickens fue muy importante para mí. No sé si es muy conocido fuera del Reino Unido, pero también estuve muy obsesionado con la obra de Thomas Hardy. De pequeño leía a Tove Jansson y los libros de los Mumin. Me gustaba la tristeza y la melancolía de esos libros, me marcaron mucho. A los veinte, leí mucha ficción americana: Scott Fitzgerald, Salinger, Philip Roth… Y más recientemente, muchas escritoras americanas como Lorrie Moore. También me gusta mucho Zadie Smith, es una escritora fantástica.

¿Qué opinas del fenómeno Sally Rooney? A ella también podríamos aplicarle eso de escribir historias normales de... gente normal.
Ahora mismo estoy leyendo Intermezzo. Es una escritora absolutamente magnífica. Soy muy fan.

En algunos puntos, tus novelas también me han conectado con Nick Hornby.
Nick, definitivamente, fue una influencia. Lo conozco un poco y fue muy solidario con mis primeros libros. Siempre ha sido muy generoso con otros escritores. Recuerdo leer Alta fidelidad y pensar: “Alguien está escribiendo sobre relaciones desde una perspectiva totalmente nueva y contemporánea”. Los dos compartimos una gran pasión por el cine y la música. La música es muy importante para mí. Me aferro a ella a medida que envejezco, intentando recordar lo importante que fue en mi juventud. A veces es fácil perder la curiosidad con la edad.

Retrato a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons
Entrevista a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons

Escribo las historias que me preocupan, que me obsesionan, que me interesan. Y me interesan los pequeños dilemas de la vida cotidiana, de las vidas domésticas y personales

¿Qué tipo de música escuchabas cuando eras joven?
Cuando era adolescente, en el Reino Unido era muy difícil escapar de los Beatles. Fueron muy importantes para mí. Más adelante, me obsesioné con Kate Bush. Era un gran fan. Y luego, sí, cuando fui a la universidad —estudié en Bristol— había bandas fantásticas como Portishead y Massive Attack. Fue una época muy rica musicalmente. En los años noventa, la música británica se volvió muy ecléctica. Había grupos de guitarras, de electrónica… Yo no era un gran fan del Britpop, ni de Oasis, pero me gustaban Pulp y The La’s. Todo eso fue muy importante para mí.

¿Escuchas música mientras escribes?
Lo hacía antes, pero ahora ya no puedo. Necesito concentración. A veces escucho música instrumental, clásica o muy suave, solo para crear ambiente. La música vocal me distrae demasiado.

La génesis de Aquí y ahora era escribir una gran novela sobre Londres y acabaste publicando una gran huida al campo.
Siempre había querido escribir una gran novela sobre Londres, sí, porque había escrito mucho sobre el pasado —los años 80 y 90— y quería escribir sobre el presente. Pero justo cuando empecé, estalló la pandemia. No quería escribir sobre la Covid, pero sí sobre la soledad y la sensación de encierro. En lugar de una gran novela coral, quería hacer un estudio de personajes, algo mucho más íntimo. Después del confinamiento, me costó mucho ver gente, salir, socializar. Justo empezábamos a trabajar en la adaptación televisiva de One Day, que es todo lo contrario: grupos de amigos, fiestas, euforia por conocer gente nueva... Y yo sentía que había perdido un poco eso.

¿Estabas en una especie de crisis vital, quizás?
No exactamente. Quizás esa crisis llegó un poco antes. Pero creo que fue más la convivencia intensa con mi familia durante la pandemia. Y eso desplazó un poco las amistades. Con Aquí y ahora recordé el placer de conocer a alguien nuevo, compartir historias, abrirse poco a poco a otra persona. Quería escribir una novela basada en el diálogo. Al principio, era una historia de dos personas solas que se conocían en el cine. Escribí muchas notas sobre eso. También tenía otra idea: una familia en crisis que viajaba por el campo inglés. Ninguna de las dos ideas terminaba de funcionar. Escribir sobre cine puede ser muy difícil, no se traslada bien a la prosa. Así que saqué a los personajes del cine y los puse en medio del campo... y funcionó. Fue un proceso de muchos bocetos, pruebas, errores... antes de encontrar el tono y el viaje que funcionaban. Quería huir de la ciudad. Durante el confinamiento, Londres me parecía claustrofóbico. Tenía muchas ganas de ver árboles, campos… de experimentar el cansancio físico en la naturaleza.

¿Te gusta hacer senderismo?
Me encanta. Nunca he hecho senderismo en Europa continental, pero he recorrido muchos lugares del Reino Unido. Me apasiona. Quería transmitir lo maravilloso y también solitario que puede ser. Es parte del placer para mí. Me gusta el viento, la lluvia... todo eso.

Lo dices en un momento de la novela: no es lo mismo la soledad que estar solo.
A mí me gusta estar solo, especialmente cuando camino largas distancias. Me sirve para pensar, para escribir mentalmente. Pero también era muy consciente de lo duro que fue el confinamiento para mis amigos que estaban solos. No es lo mismo estar solo que sentirse solo. La soledad impuesta puede ser muy dura. Ninguno de los dos personajes principales del libro está completamente solo, pero como dice Marnie en la novela, la soledad no deseada es algo que todos experimentaremos tarde o temprano. Y puede ser muy difícil.

Uno de los aciertos es la estructura que das al libro, cada capítulo narrado desde el punto de vista de Michael o Marnie, los dos protagonistas. Cada capítulo, una jornada de este viaje a pie atravesando Inglaterra de costa a costa. Cada capítulo...
Quería que Aquí y ahora fuera como una especie de epopeya, pero íntima. Cada día es como una pequeña escena que muestra una etapa de una relación: un día se hacen reír, otro se molestan, otro se atraen... Quería que cada capítulo tuviera su propio tono, como si fuera una miniatura emocional. Y eso también refleja el camino real: hice la caminata de 200 millas, y cada día tenía su propia energía y estado de ánimo.

Retrato a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons
Entrevista a David Nicholls / Foto: Irene Vilà Capafons

Fue difícil escapar del éxito de Siempre el mismo día, y me bloqueó un poco. Pero también me dio seguridad, apoyo de la editorial e interés por mis nuevas obras. No me forzaron a repetir la fórmula, pero sí me volví más consciente de mí mismo

Tu tercera novela, Siempre el mismo día, publicada hace más de 15 años, fue un éxito global abrumador: se han vendido millones de ejemplares, se ha traducido a infinidad de idiomas, se han hecho adaptaciones de cine y serie... ¿Eso te añadió presión al escribir tus siguientes libros o te dio seguridad como escritor?
Ambas cosas. Fue difícil escapar del éxito de Siempre el mismo día, y me bloqueó un poco. Pero también me dio seguridad, apoyo de la editorial e interés por mis nuevas obras. No me forzaron a repetir la fórmula, pero sí me volví más consciente de mí mismo. Aun así, no me quejaré nunca. Es un regalo tener una novela que conecta tanto con la gente.

En el extremo contrario, si nadie hubiera leído tus libros, ¿te habrías sentido escritor?
Quizás no. Mi plan principal era ser profesor de inglés. Cuando era más joven quería ser actor, pero no funcionó. Entonces, quería enseñar literatura inglesa. Muchos de mis personajes son profesores: Emma en Siempre el mismo día, Douglas en Nosotros, Michael en esta última... Creo que me habría gustado ser maestro.