El 28 de mayo de 2023, fecha de la celebración de las elecciones municipales, parecía muy claro que el ganador de los comicios en Barcelona, Xavier Trias, al frente de Trias per Barcelona -ahora Junts per Barcelona-, volvería a ser alcalde de la capital de Catalunya, después de serlo en el periodo 2011-2015. Tres semanas más tarde, el 17 de junio, hasta minutos antes del inicio de la sesión de investidura del nuevo alcalde, Trias, que ya había llegado a un acuerdo de gobierno con el ERC de Ernest Maragall, tenía la carta ganadora para ser el nuevo alcalde. Pero sobre la bocina, un cambio de posición de Barcelona en Comú cambió una historia que ya parecía escrita. Los comunes anunciaron su voto para Jaume Collboni, para evitar a un alcalde de derechas y, desde la derecha misma, el Partido Popular secundó la maniobra con el fin de evitar un alcalde independentista.
El resultado, suficientemente conocido, es que Jaume Collboni, el candidato del PSC, se convirtió en alcalde de Barcelona. De todo eso hace casi dos años y, al avance, esta misma semana el alcalde Collboni ha presentado un balance de gobierno que, en su propia conclusión, se resumen en la frase y nueva campaña de propaganda: "Barcelona millora", mientras que para la oposición se trató de un discurso "de un gobierno en minoría y débil", según Junts per Barcelona; donde "todo es humo y no hay ninguna brasa", según Barcelona en Comú; dónde se explicaron iniciativas "propuestas por ERC", según los republicanos, o dónde la ciudad "está igual o peor de lo que hace dos años", según el PP.
El alcalde, en todo caso, sacó pecho de haber cumplido el 85% del Plan de Acción de Gobierno y destacó los ejes de su política, en ámbitos clave como la vivienda, la seguridad y la limpieza, así como en la finalización de obras públicas, la mayoría, en todo caso, iniciadas durante el mandato anterior. Con todo, si hay un hecho tangible es que, Collboni hace ya dos años que gobierna y ha llegado al ecuador del mandato, a pesar de contar con una minoría de 10 concejales y no haber sido capaz de ampliar el ejecutivo a pesar de llegar a tener un preacuerdo con ERC que finalmente los mismos republicanos han acabado por descartar totalmente.
Gobernar sin aprobar presupuestos por la vía normal
De hecho, en dos años de mandato, Collboni ha sufrido esta situación minoritaria en situaciones clave como las de los presupuestos, de manera tal que las cuentas de 2024 se aprobaron con el comodín de la cuestión de confianza, y las de 2025, y a pesar de un acuerdo -insuficiente- con ERC, por la vía de la prórroga presupuestaria. Eso sí, según los cálculos del mismo Collboni, el plenario municipal ha aprobado "el 98% de los expedientes". En un plano, si se quiere más simbólico, Collboni ha partido reveses como el rechazo a la propuesta de otorgar la Medalla de Oro al Mérito Cultural de Barcelona a la actriz Loles León. Y todo ello, en dos años en que el resto de partidos le ha reprochado por activa y por pasiva, su situación de gobierno en minoría.

Ahora bien, tras un año, viene otro, y Collboni ha llegado al ecuador del mandato sin tener que superar ninguna crisis grave y desarrollando una obra de gobierno que, por una parte, ha venido definida por la herencia del mandato anterior -en especial en las grandes obras públicas, como Glòries, Rambla, Via Laietana, Meridiana y tranvía por la Diagonal-, y por el otro lado, con un enfoque nítido en las políticas de vivienda, con proyección europea incluida, jugando a negociar con Junts la reformulación del 30% y con las fuerzas progresistas las políticas de desturistificación, que comportarán la eliminación de los pisos turísticos en el 2028 y, en teoría, el retorno de 10.000 viviendas al mercado de alquiler tradicional.
De hecho, Collboni ha hecho bandera del progresismo de su gobierno, y aunque sondeó un acuerdo de gobierno con Trias al inicio de mandato, siempre ha defendido la necesidad de llegar a acuerdos con Barcelona en Comú y Esquerra Republicana. Ahora bien, aunque los tres partidos estarían a priori conformes a articular una mayoría progresista que, además, sería una mayoría absoluta al plenario, Collboni no ha sido capaz de concretar un acuerdo en este sentido y, si nada cambia, tendrá que pasar los dos años que quedan con nada más que ERC como socio prioritario.
Panorama 2027: Collboni quiere presentarse a la reelección
En todo caso, una cosa está clara, Collboni aspira a repetir como candidato del Partit dels Socialistes de Catalunya en las elecciones municipales de 2027. Así lo señaló en la reciente sesión de balance de gobierno, donde apuntó que, aunque la decisión final corresponderá a los órganos del partido, "yo ya he dicho que mi intención es presentarme a la reelección". El alcalde cuenta, en este sentido, con al menos dos ventajas con respecto a las elecciones del 2023. La primera, iniciar la carrera electoral desde la alcaldía, que siempre es una buena posición de salida, y la segunda y más importante, un escenario de rivales muy diferentes de los de 2023.
Hace dos años, los principales cabezas de cartel contra los que se enfrentó Collboni fueron Xavier Trias, alcalde entre 2011 y 2015, Ada Colau, alcaldesa entre 2015 y 2023 y Ernest Maragall, ganador de las elecciones municipales de 2019. Jaume Collboni, primer teniente de alcaldía hasta unos pocos meses antes de las elecciones, quedó segundo en los comicios, pero arrebató la alcaldía a Xavier Trias gracias a la rara convergencia de BComú y PP a la hora de darle apoyo. Cuando quedan dos años para las elecciones, el panorama en el resto de partidos ha cambiado, y mucho.
Por una parte, los ganadores de las elecciones de 2023 no cuentan, a priori, con Xavier Trias. El actual presidente del grupo municipal de Junts per Barcelona, Jordi Martí Galbis, cuenta con poner su nombre sobre la mesa de posibles candidatos en una elección que, además, se quería tener terminada esta misma primavera, pero que todavía no ha sido definida. Por otra parte, Barcelona en Comú tiene ahora en Janet Sanz como presidenta del grupo municipal, hecho que la sitúa también en posiciones de salida a la hora de escoger candidato, aunque choca con los propios estatutos del partido y su limitación de mandatos, pero tampoco se puede descartar al cien por ciento que Ada Colau se postule. La exalcaldesa preside ahora la Fundació Sentit Comú, el think tank de los comunes, con el objetivo de engrasar la maquinaria para recuperar la alcaldía y, sobre el papel, no piensa en volver a la política institucional, pero en dos años siempre se puede cambiar de opinión.
Con respecto a Esquerra, una vez retirado Ernest Maragall, quien parece tener mejores opciones es la actual presidenta del grupo municipal y, al mismo tiempo, secretaria general del partido, Elisenda Alamany, que, en una reciente entrevista en ElNacional.cat, ya dejó claro que estaba "comprometida al cien por cien" con Barcelona, y por lo tanto todo apunta a que presentará candidatura, a pesar del revés sufrido en las elecciones en la Federación de Barcelona, donde resultó escogida una presidencia no oficialista. Finalmente, quien sí que tiene claro qué quiere ser candidato es Dani Sirera, el cabeza de filas del Partido Popular, que ya en 2023 defendía que su proyecto era "ser alcalde en 2027". Ahora, en todos los casos, la última palabra de quién serán los candidatos depende de los órganos de cada partido, y este hecho es especialmente así en el caso del PP. Completaría el cuadro electoral la posible candidatura de Gonzalo de Oro por Vox y la incógnita del nombre y posibles resultados del cabeza de lista de la CUP así como una eventual candidatura de Aliança Catalana.

Sea como sea, a dos años de las elecciones municipales Jaume Collboni se encuentra con una cierta ventaja respecto del resto de posibles candidatos gracias a su condición de alcalde en ejercicio que, a pesar de su situación de debilidad marcada por un gobierno minoritario, ha evitado verse salpicado por grandes crisis. Casi sin darnos cuenta de ello, Collboni ha llegado a medio mandato y ahora ya se muestra con intenciones de poner la directa hacia el 2027. Dos años pueden dar para mucho, pero también pueden pasar volando.