Al menos 69 personas sin hogar o que habían vivido en la calle han muerto el último año en Barcelona, según datos recogidos por la Fundació Arrels desde noviembre de 2024, cuando se hizo el último acto de recuerdo por las personas sin hogar difuntas. La entidad, que desde 2016 ha registrado más de 600 muertes de este colectivo en la ciudad, ha querido poner de nuevo el foco sobre una realidad a menudo invisibilizada. Según su recuento, un 34% de las personas que han muerto en los últimos 12 meses vivían literalmente en la calle y un 72,5% han muerto a causa de enfermedades o problemas de salud derivados, a menudo, de las condiciones de vida extremas. El perfil sigue siendo marcadamente masculino: el 85% de los difuntos eran hombres y solo el 14,7% mujeres. La entidad denuncia que estas muertes son evitables y que es necesario un compromiso real y efectivo para garantizar derechos tan básicos como el acceso a una vivienda digna y una atención sanitaria adecuada.
Todos estos datos han sido difundidos por la Fundació Arrels en el marco de su acto anual de recuerdo a las personas sin hogar que han muerto durante el último año. La conmemoración se ha celebrado este miércoles a las 18:30 en la plaza Nova de Barcelona, justo delante de la Catedral. En este espacio simbólico, decenas de personas se han reunido para homenajear a las víctimas del sinhogarismo y para poner de manifiesto su vulnerabilidad extrema. Arrels ha vuelto a denunciar que “vivir en la calle acorta la vida”, recordando que una persona sin hogar vive, de media, 25 años menos que el resto de la población de la ciudad.
Entre las personas que han muerto este último año, la Fundació Arrels ha querido poner nombre y rostro a una de las historias que ejemplifican la realidad invisible del sinhogarismo en Barcelona, la de Walter. Marmolista de profesión, era un hombre “discreto, elegante, presumido y apasionado por las recetas italianas”. A lo largo de su vida había viajado por Asia y América del Sur, pero su último destino fue Barcelona, donde, como tantas otras personas, acabó viviendo en la calle. Hace dos años, pudo acceder a un piso gestionado por Arrels, que le permitió recuperar cierta estabilidad y dignidad. “Su muerte nos entristece mucho, pero a la vez nos hace valorar profundamente nuestro equipo de personas voluntarias en los hospitales, que le han acompañado hasta el final”, ha destacado la fundación.
La historia de Walter, como también las de Juan Carlos, de 57 años, que sufrió el estigma de las enfermedades de salud mental; de Bakary, un joven que murió en el parque de la Ciutadella; o de Arnoldas, que murió a los 61 años, son algunas de las que se han recordado este miércoles durante el acto de memoria celebrado en la plaza Nova. Organizado, como cada año, por Arrels y una veintena de entidades sociales de Barcelona, el acto ha querido homenajear una por una a las personas sin hogar que han muerto este año, leyendo sus nombres y unas palabras de recuerdo. La ceremonia ha contado con música en directo a cargo del Conservatorio del Liceu y del coro de góspel de El Lloc de la Dona. Para terminar, la plaza se ha llenado de pequeñas casas de cartón, una imagen simbólica que denuncia los hogares que no pudieron tener y la vulnerabilidad estructural que sufren tantas personas invisibilizadas por las calles de la ciudad.
