En la costa de Vizcaya hay un municipio que destaca por algo muy poco habitual: su nombre tiene solo dos letras. Ea es, oficialmente, el pueblo con el nombre más corto de toda la península. Está situado en el País Vasco, en una ría que desemboca directamente en el Cantábrico, y su casco urbano se reparte a ambos lados del agua.
Un pueblo con encanto
El trazado del pueblo está marcado por la ría. Las viviendas, los edificios públicos y los servicios se distribuyen en las dos orillas, unidas entre sí por cuatro puentes. Este crecimiento paralelo explica la forma alargada del núcleo urbano y la ausencia de un centro único claramente delimitado.
Aunque hoy Ea es un solo municipio, su origen es más fragmentado. Durante siglos, la zona estuvo dominada por dos núcleos vecinos, Bedarona y Natxitua, que tuvieron mayor peso que el actual pueblo. En la Edad Media, ambos estuvieron implicados en los conflictos entre bandos nobiliarios vascos, conocidos como las luchas entre oñacinos y gamboínos. De ese periodo se conservan algunas torres defensivas construidas a finales del siglo XV.
La ría fue el elemento que acabó uniendo a las comunidades. Los pescadores de ambos pueblos la utilizaron como base natural para su actividad y, con el tiempo, se fueron estableciendo en sus márgenes. Sin embargo, hasta el siglo XIX cada barrio pertenecía a un ayuntamiento distinto. No fue hasta entonces cuando Ea creció lo suficiente como para integrar Bedarona y Natxitua en un mismo término municipal.
Ea, lleno de historia
Esa historia explica una de las particularidades más llamativas del lugar: la cantidad de iglesias en un espacio reducido. En el casco urbano de Ea se encuentran las iglesias de San Juan Bautista y Santa María de Jesús, ambas del siglo XVI, con reformas posteriores. A ellas se suman la parroquia de San Pedro, en Bedarona, y la iglesia de Santa María de la Consolación, en Natxitua, reconstruida en el siglo XIX con un estilo neoclásico.
Entre los edificios más representativos del pueblo destaca el Belletxe, una construcción de madera situada junto al muelle. Tradicionalmente, ha servido como almacén para redes y utensilios de pesca y sigue siendo un punto de referencia para los vecinos. Su importancia es tal que aparece representado en el escudo y la bandera del municipio.
La ría desemboca en una playa amplia, muy concurrida en verano, que actúa como principal espacio de ocio durante los meses de más afluencia. El resto del año, Ea mantiene un ritmo tranquilo, ligado al mar y a la vida local, sin grandes infraestructuras turísticas.
Pequeño en tamaño y aún más en nombre, Ea ha construido su identidad a partir del agua, la pesca y la unión de comunidades que durante siglos estuvieron separadas. Dos letras bastan para identificar al municipio, pero detrás hay una historia larga y muy concreta dentro de la costa vasca.