El barrio de Sant Antoni del distrito del Eixample de Barcelona, tradicionalmente una zona residencial y comercial marcada por la presencia del mercado del mismo nombre, arrastra desde hace unos años un montón de problemas que lo han convertido en el barrio más complejo de este distrito. Para remediar la situación, el pasado mes de agosto el Ayuntamiento de Barcelona activó un plan de choque para tratar de poner freno a una serie de dinámicas incívicas y problemas de convivencia que, de hecho, hicieron lanzar un grito de alerta a cuatro entidades que reclamaban al consistorio firmeza a la hora de afrontar los problemas en que se encontraba inmerso un barrio.

Las entidades firmantes del comunicado: Mercat de Sant Antoni, Unió de comerciants SOM Sant Antoni, Encants de Sant Antoni y Fundació ONG de Veí a Veí, a las cuales se sumó la Associació de Veïns de Sant Antoni, apuntaban como problemas más graves la existencia de mercados de la miseria en la ronda de Sant Pau; de venta ilegal de alimentos en la ronda de Sant Antoni; partidos informales en la vía pública, y consumo de drogas en la vía pública, en un entorno que se ha visto perjudicado por una reforma no del todo exitosa de la ronda de Sant Antoni o la existencia de una supermanzana táctica convertida en foco de degradación e incivismo. El barrio, en suma, se ha encontrado en el ojo de un huracán de problemas donde también se han sufrido oleadas de robos, aumento de personas sin hogar y problemas de convivencia.

“Nunca lo habíamos vivido en el barrio”

Todas estas afectaciones tienen una incidencia clara en el tejido comercial de un barrio tradicionalmente enfocado al establecimiento de proximidad, tanto en el doble mercado de Sant Antoni, es decir, puestos de producto fresco y puestos de encantes, centrados sobre todo en el producto textil, como todo el entorno. La degradación del barrio comporta una mala imagen que crea incertidumbre sobre el futuro de los negocios. Lídia Núñez, presidenta de Som Sant Antoni, colectivo que reúne a más de 230 comerciantes, señala que el barrio ha llegado a un “punto límite”. “Nunca lo habíamos vivido en el barrio”, asegura en declaraciones a ElNacional.cat, apuntando que se han tenido que movilizar para hacer frente a las “campañas de robos de los últimos tiempos” y la situación de “gente pinchándose en la calle a cualquier hora del día”.

CIERRE SANTO ANTONI mercado Sant Antoni / Foto: Montse Giralt
El mercado del Sant Antoni es el nexo aglutinador de este barrio del Eixample, un espacio vital para la vida vecinal y comercial situado en un entorno que se ha ido degradando en los últimos años / Foto: Montse Giralt
CIERRE SANTO ANTONI supermanzana Borrell / Foto: Montse Giralt
La supermanzana de Sant Antoni, situada en la parte baja del barrio, espera su reurbanización para dejar atrás una etapa de urbanismo táctico que ha comportado degradación, suciedad y problemas de convivencia / Foto: Montse Giralt
CIERRE SANTO ANTONI ronda santo antoni / Foto: Montse Giralt
La ronda de Sant Antoni ha estado recientemente reformada a partir de una fórmula híbrida de espacio pacificado, pero con carriles para el tráfico que no ha resuelto del todo los problemas preexistentes / Foto: Montse Giralt

Como una de las impulsoras del manifiesto de las entidades para forzar el plan de choque del Ayuntamiento, Núñez apunta que la situación del barrio ha llegado hasta situaciones que ponen en peligro la salud pública, como “vendedores ambulantes de pescado fresco y de verduras” -una práctica que se había detectado también en el Raval-, y la consolidación de los “mercados de la miseria”. “No podemos normalizar esta situación” insiste Núñez, que exige al Ayuntamiento celeridad a la hora de aplicar el plan de choque: “La primera semana vimos presencia policial importante, pero hemos vuelto de vacaciones y ya no la notamos tanto, mientras que la suciedad y el sinhogarismo va aumentando.

El sinhogarismo: “Enviarlos a otro sitio no resuelve el problema”

De hecho, uno de los problemas que vive el barrio es el del sinhogarismo, un problema que, en todo caso, no se soluciona solo desde la seguridad, sino también desde “el abordaje social”. “No nos sirve de nada que barran a la gente sin techo, ni que saquen la dosis a la gente que es adicta a la droga,” explica, también en declaraciones a ElNacional.cat, Rafa Martínez, presidente de la Fundació de Veí a Veí, una ONG de Sant Antoni que desde el voluntariado ofrece servicios de ayuda al vecindario que más lo necesita, y que considera que “enviar a los sin hogar a otro sitio no resuelve el problema”.

Esta ONG, que también impulsó el manifiesto de protesta, se dedica, entre otras actividades, a repartir comida entre los más necesitados, y también trata de ayudar a la gente que vive en la calle. De hecho, Martínez relata dos casos, el de Alba y Cristina, dos mujeres que viven en la calle y a las cuales “hay que ayudar a encontrar una salida”. De hecho, desde Som Sant Antoni, Lídia Núñez relata el caso de un hombre “que sabía cuatro idiomas, hacía dos meses que estaba en la calle y encontró trabajo, y fue imposible encontrar un sitio para ducharlo”, recordando que las personas sin hogar arrastran tres problemáticas: “la drogadicción, la falta de vivienda y los problemas psíquicos”.

CIERRE SANTO ANTONI / Foto: Montse Giralt
Rafa Martínez, presidente de la ONG Fundació de Veí a Veí conversa con Alba, una sin techo que malvive en torno al mercado de Sant Antoni, para encontrar una solución estructural a sus problemas / Foto: Montse Giralt
CIERRE SANTO ANTONI Lidia / Foto: Montse Giralt
Lídia Núñez, presidenta de la entidad comercial Som Sant Antoni, confía que el plan de choque permita recuperar el barrio: “Soy optimista y quiero recuperar el orgullo de ser de Sant Antoni” / Foto: Montse Giralt

De hecho, Sant Antoni se ha convertido en un exponente de los problemas de la Barcelona actual, un epicentro donde se conjuran varios factores, entre los cuales la vecindad del Raval, como vía de huida de ladrones y pequeños traficantes de droga, pero también víctima de una gentrificación galopante.

 

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De hecho, Martínez señala la paradoja que la “renta familiar disponible en Sant Antoni ha subido”, porque ha sido al precio de “echar gente de aquí con menos dinero”. “La ciudad empieza a ser muy hostil con cualquier persona que gane menos de 1.500 euros”, señala, apuntando a uno de los problemas más graves con respecto al acceso a la vivienda.

Con respecto a la supermanzana, Núñez apunta que “si hay calles pacificadas y la gente puede estar más, se ensucian más, porque la calle invita a estar, y por eso hay que actuar más en la limpieza, pero es fácil culpar el sinhogarismo, pero el problema es el incivismo de la gente”. Martínez remacha el clavo de este punto asegurando que si “la gente se quiere pinchar, la supermanzana es un lugar|sitio cómodo para hacerlo, y hay zonas donde encuentras muchas jeringas”, una derivada de un modelo urbanístico que, con todo, también “crea un ambiente superbonito, con familias y niños de todas las condiciones sociales jugando”.

Pendientes del plan de choque

El plan de choque que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Barcelona tiene como base veinte puntos presentados por las mismas entidades vecinales, y entre los cuales se incluyen medidas como el refuerzo del dispositivo policial y el incremento de los dispositivos de limpieza, así como el seguimiento por parte del Servicio de Atención Social al Sinhogarismo en el Espacio Público (SASSEP) a las personas que pernoctan en la zona. También se ha llevado a cabo, en el marco de unas obras en la red de agua freática, la retirada de elementos de mobiliario urbano en la zona de la supermanzana, pendiente de una reurbanización que deje atrás la etapa de urbanismo táctico que ha contribuido a degradar el barrio.

CIERRE SANTO ANTONI / Foto: Montse Giralt
Restos de muebles amontonados fuera del horario previsto en la avenida Mistral, otro de los puntos críticos del barrio de Sant Antoni a pesar de ser un eje cívico y comercial situado en un entorno pacificado y verde / Foto: Montse Giralt
CIERRE SANTO ANTONI Cristina / Foto: Montse Giralt
Cristina es otra de las personas sin hogar que viven en las calles del barrio de Sant Antoni, en este caso a Conde Borrell. Las entidades apuntan que el problema no se resuelve “haciéndolas fuera del barrio” / Foto: Montse Giralt
CIERRE SANTO ANTONI / Foto: Montse Giralt
Las personas en situación sin techo arrastran a menudo problemas de tipo psíquico que necesitan de la atención de los servicios sociales y que pueden llegar a generar problemas de convivencia / Foto: Montse Giralt

Ante estas actuaciones, las entidades de Sant Antoni se ha comprometido a hacer un seguimiento “punto por punto” de cómo se desarrolla el plan de choque, apuntando que “a partir de octubre tenemos que saber si funciona o no”. Para Núñez, se ha llegado a una situación de “crispación” y apunta que “a la gente que viene de fuera nos llaman que el barrio ha cambiado mucho”,” pero a pesar de todo, confía en que el plan de choque sirva para revertir la situación: “Soy optimista y quiero recuperar el orgullo de ser de Sant Antoni”. “Se ha ido dejando pasar hasta que al final ha estallado|reventado”, apunta Martínez, que también espera resultados para recuperar un barrio “que los vecinos consideramos lo mejor del mundo”.

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