A partir del año 2017, varias calles del barrio de Sant Antoni, en el distrito del Eixample, conformaron una supermanzana siguiendo el modelo de bajo coste del urbanismo táctico. Ahora que el Ayuntamiento ha anunciado la urbanización definitiva de este ámbito, en este Barcelona Exprés os recordamos por qué el urbanismo táctico comportó más problemas que beneficios.

 

El urbanismo táctico fue un modelo de urbanización de urgencia utilizado por la alcaldesa Colau para cerrar calles al tráfico y convertirlos en uso preferente para peatones por la vía rápida y barata de pintar espacios de colores para los peatones en la calzada y poner mobiliario urbano para evitar el paso de los vehículos privados. En Barcelona, además, la pandemia de la covid-19 disparó el uso de este tipo de intervenciones en la vía pública.

La pega de este urbanismo táctico se descubrió muy pronto: la rápida degradación de la pintura y el mobiliario convertía las calles relucientes de los primeros días en vías de aspecto sucio y dejado, y lo que sobre el papel buscaba favorecer la ocupación de la vía pública por parte de los niños y las personas mayores, en realidad supuso una degradación de las calles, provocando ruidos, bregas y actos incívicos constantes, además de ocasionar múltiples problemas a vecinos y comerciantes.

Lo que sobre el papel buscaba favorecer la ocupación de la vía pública por parte de los niños y las personas mayores, en realidad supuso una degradación de las calles, provocando ruidos, bregas y actos incívicos constantes

La situación se había enquistado hasta ahora, cuando, finalmente, el Ayuntamiento ha anunciado la urbanización definitiva de las calles Aldana, Parlament y un tramo importante de Comte Borrell, con la creación de una plaza pacificada en el cruce de Parlament con Borrell, con un diseño que recuerda el de los ejes verdes, como Consell de Cent y Girona, eso sí, con algunas correcciones, como diferenciar más claramente el espacio exclusivo para peatones con el compartido con bicicletas y vehículos de motor que, en todo caso, tendrán el acceso restringido a vecinos y servicios.

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Lo más importante, en todo caso, es que el urbanismo táctico, que ya inicialmente se concebía como una solución temporal, se ha demostrado con el tiempo como contraproducente, ya que allí donde debía generar espacios pacíficos, generaba degradación y suciedad. El ocaso del urbanismo táctico en Sant Antoni es, por eso mismo, una buena noticia.