Zarzuela no lleva nada bien el tema de la imagen. En sus intentos de presentar a la monarquía como un cuento de hadas con reyes y reinas justos, príncipes azules, princesas ejemplares y el pueblo entero lanzando flores a su paso, cualquier momento que se escape al control y que pueda llevar una nube de negrura encima de sus cabezas, les aterroriza. Ya sean tropiezos de reyes, llegadas de reinas a países extranjeros o besos de las abuelas en las frentes de sus nietas.

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Ahora la familia real no duerme por las noches intentando evitar una fotografía a toda costa. Una imagen que todavía no se ha producido, pero que ya ven venir que se la tendrán que comer con patatas. Desde hace un tiempo, la infanta Cristina parece la hija díscola de la familia. Sus hermanos parecen seguir los parámetros marcados desde hace años por los borbones. Felipe reina todavía con más contundencia de como lo hizo su padre y se muestra implacable con seguir con la hoja de ruta, aunque eso le haga merecedor de ser un "residuo", como le ha definido Toni Soler. Para residual, el papel de Elena, que con ser la favorita del rey emérito ya tiene bastante. El papel, pues, de oveja negra —Froilán aparte— le corresponde a la infanta Cristina, casada de rebote con el carnero negro, Iñaki Urdangarin.

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La Casa Real tiembla. Y por diferentes motivos. Ya está en marcha llevar la trama del caso Nóos a la pequeña pantalla, en una serie que podría enseñar los muchos trapos sucios que han acabado con el exduque de Palma en chirona. Pero antes de que eso vea la luz, la imagen que está muy cerca de producirse es otra, la de la infanta Cristina entrando en la prisión de Brieva para ver a su marido. Un deshonor, una afrenta, un golpe en la yugular de la familia. Ya es bastante pena tener el primer miembro de la familia real en prisión, pero en el fondo, es un familiar político, no tiene sangre azul. Pero Cristina sí.

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Hace siete años, su familia ya presionó para que Cristina se separara de Urdangarin, pero ella hizo all in en favor de su marido. Según la revista Lecturas, desde la Zarzuela han empezado las presiones por tierra, mar y aire hacia Ginebra para que Cristina se quede quietecita en Suiza. No quieren que viaje a España para ir a ver al encarcelado. Gota a gota, familiar a familiar, quieren convencer a la hermana del rey para que no dé carnaza a la opinión pública. Ya consiguieron que no haya ninguna foto de Urdangarin entrando en Brieva y ahora pondrán toda la carne en el asador para impedir también la de Cristina. Se ha dicho que Elena viajó a Ginebra para estar al lado de su hermana y sus sobrinos. Según la revista, sin embargo, también iba con una consigna: retenerla allí.

Infantas Elena y Cristina GTRES

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Ahora le tocará a la reina Sofía, que viajará a Ginebra dentro de unos días para seguir con las presiones. Pero Cristina no está dispuesta a escuchar a nadie y ya le ha comunicado a todos los "emisarios" que irá a verle, aunque no ha especificado si hará uso del vis a vis mensual al que tienen derecho. La infanta está muy preocupada por su marido y no piensa abandonarle a su suerte, por mucho que eso suponga enfrentarse a su familia. Y todavía falta que Felipe y Letizia digan la suya. Pero dada la mala relación, probablemente con más motivo vaya a prisión, le tomen las fotos que le tomen.

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De momento, sin embargo, Urdangarín todavía no ha recibido ninguna visita en su primer domingo, tal como explica la periodista Pilar Eyre. Pero desde Lecturas explican un hecho que quizás tranquilizará a Cristina. Según el marido de la cocinera de Brieva, "mi mujer dice que Urdangarin está muy agradecido, que no se preocupe Cristina que saldrá bien alimentado, y que le gusta mucho la comida gitana que le prepara". De estos primeros días, también ha trascendido que ha comprado un televisor al economato para seguir el Mundial, que su primera lectura ha sido un folleto informativo de nombre La prisión, paso a paso, que la primera comida fueron judías pintas con pescado y yogur y que el espacio que ocupa está pintado con colores vivos.

Urdangarin ACN

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La infanta Cristina no se esconderá. No le ha visitado el primer domingo porque lo pactó con Urdangarin, según Eyre, porque todavía hay muchos periodistas al acecho. Pero cuando vaya, "no se ocultará. Pasará ante los parientes de los otros reos y los fotógrafos con la cabeza bien alta". Unos con la cabeza alta, y los otros, la familia real, haciendo que no con la cabeza.