Repsol ha cerrado los nueve primeros meses del año con un beneficio neto de 1.177 millones de euros, una cifra que refleja una contracción significativa del 34,3% en comparación con el mismo periodo del ejercicio anterior. Este descenso se produce en un contexto macroeconómico marcado por una pronunciada volatilidad en los mercados internacionales y unos precios del crudo sostenidamente más bajos que los de los años precedentes. No obstante, esta visión general desnuda esconde una realidad más matizada y una notable recuperación en el último tramo del periodo analizado.
El resultado neto ajustado, un indicador clave que aísla la rentabilidad de los negocios nucleares de la empresa, se situó en 2.173 millones de euros hasta septiembre. Aunque supone un descenso del 19% respecto a los 2.684 millones del año pasado, muestra una resistencia considerable en las operaciones fundamentales de la compañía. Paralelamente, el resultado bruto de explotación (Ebitda) alcanzó los 5.013 millones de euros, con una caída controlada de casi el 10%, indicando una sólida gestión operativa ante vientos en contra del sector.
La verdadera historia de los resultados se encuentra en la evolución del tercer trimestre, donde Repsol experimentó un punto de inflexión positivo. Todos los segmentos de negocio mostraron una mejora sostenida, especialmente las áreas de Cliente y Generación Baja en Carbono. Este impulso se tradujo en un beneficio neto que más que se duplicó con respecto al tercer trimestre de 2024, alcanzando los 574 millones de euros. De forma igualmente notable, el resultado neto ajustado trimestral creció un robusto 47%, hasta los 820 millones de euros, superando las expectativas de los analistas financieros y demostrando la capacidad de la compañía para capitalizar las mejoras del mercado.
La perspectiva estratégica y finanzas sólidas
El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ha destacado los "sólidos resultados operativos y financieros" del tercer trimestre, sostenidos por "una sólida actividad comercial y una asignación disciplinada del capital". Imaz ha anunciado, además, que al llegar al ecuador de su plan estratégico 2024-2027, y dada la evolución del contexto regulatorio y del mercado, la compañía presentará una actualización de sus proyecciones hasta 2028 el próximo mes de marzo. Repsol muestra una posición de liquidez robusta, con 10.249 millones de euros, suficientes para cubrir 3,67 veces los vencimientos de deuda a corto plazo. Un hito relevante fue su exitosa emisión de bonos por 2.500 millones de dólares en los mercados norteamericanos, la mayor en dólares de su historia.
En cuanto a la retribución al accionista, Repsol mantiene su compromiso de distribuir entre el 30% y el 35% del flujo de caja de las operaciones. El dividendo total en efectivo para 2025 se eleva a 0,975 euros brutos por acción, un 8,3% más que el año anterior. Esto se complementa con un programa de recompra de acciones por valor de 700 millones de euros.
El anuncio más grande en este ámbito es que, tras las reducciones de capital previstas para finales de año, la empresa tiene la previsión de distribuir un dividendo bruto que superará el euro por acción durante el ejercicio 2026, una señal potente de confianza en su capacidad de generar caja a largo plazo. Aunque los resultados interanuales muestran el impacto de un entorno externo complejo, la evolución trimestral y la sólida posición financiera de Repsol sugieren una compañía que está navegando con eficacia las turbulencias, diversificando sus negocios y preparando el terreno para un futuro crecimiento, como demuestra la próxima actualización de su plan estratégico.
