Después de haber cerrado un acuerdo con la Unión Europea, que ha sido recibido con claroscuros del lado europeo, la Administración de Donald Trump se reúne este lunes con la delegación China, la tercera en tres meses, en busca de un pacto que cierre la guerra comercial entre los dos gigantes económicos mundiales. A finales de la semana pasada, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, desveló que esta tercera ronda de conversaciones tendría lugar en Suecia, en la capital Estocolmo. Se suma así a los encuentros en Ginebra (Suiza) y en junio en Londres.

Y el guion se ha cumplido. Este lunes, los altos dignatarios de Washington y Pekín arrancaron la tercera ronda de negociaciones arancelarias en Estocolmo, en la que ambas partes esperan distender las tensiones comerciales entre las dos mayores economías del mundo. El primer ministro sueco, Ulf kristersson, recibió en Rosenbad, la sede del Gobierno del país nórdico, por separado al vice primer ministro de China He Lifeng y Bessent, quien llegó al lugar de la reunión acompañado por el representante de Comercio para el país, Jamieson Greer.

Cerca del acuerdo

El presidente de EE.UU., Donald Trump, dijo la víspera en Escocia que su administración estaba cerca de alcanzar un acuerdo con China, pero no dio más detalles. "Estamos muy cerca de un acuerdo con China. En realidad, ya hicimos una especie de acuerdo con China, pero veremos cómo evoluciona", afirmó al reunirse con la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, con quien cerró un acuerdo en virtud del cual impondrá unos aranceles del 15% a la mayoría de los productos que exporta la Unión Europea (UE) a EE.UU.

Está previsto que reunión entre los altos cargos de EE.UU. y de China se prolongue al martes, una ronda que se produce después de los encuentros que tuvieron lugar en Ginebra y Londres y la conversación telefónica de los presidentes Trump y Xi Jinping el pasado 5 de junio. Bessent ha apuntado a la posibilidad de que se extienda la actual tregua arancelaria de 90 días sobre los aranceles del 145% que EE.UU. impuso a los productos chinos y del 125% que Pekín elevó sobre los estadounidenses, que expira el 12 de agosto.

Durante la tregua, EE.UU. bajó los aranceles sobre los productos chinos importados al 30%  (en algunos casos llega al 56%) y China fijó los aranceles a los estadounidenses en un 10%. La reunión de junio en la capital británica rebajó además controles de exportaciones, las de chips o motores para aviación por parte estadounidense y las de tierras raras por el lado chino.  Pekín no se ha pronunciado sobre la opción de ampliar la tregua.

Acuerdo ambicioso

Washington llega a esta cita con la idea de ir más allá de las medidas para mitigar la guerra comercial y apuesta con retornar con un acuerdo, aunque sea de mínimos, que brinde más acceso al mercado chino a los productos estadounidenses. "Queremos que se abran", dijo Bessent recientemente a la cadena de televisión Fox. "Tienen 1.400 millones de personas con una tasa de ahorro muy alta. Tienen el potencial de una gran economía de consumidores", añadió.

Más allá de una posible extensión de una tregua arancelaria, EE.UU. ha expresado deseos de tocar temas incómodos para el gigante asiático, ya que, además del mayor acceso a mercados, está la mencionada sobrecapacidad china en sectores clave como vehículos eléctricos, acero o paneles solares, o las compras por parte de Pekín de crudo ruso e iraní. China ha evitado de hecho detallar objetivos específicos en Estocolmo, pero sí ha reiterado que el diálogo deberá regirse por principios de “igualdad, respeto mutuo y reciprocidad”, y enmarcarse dentro del mecanismo bilateral de consultas, que considera clave para reducir malentendidos y reforzar la cooperación.

Sí ha hecho saber, a través de medios afines, que no aceptará imposiciones sobre asuntos como la compra de petróleo ruso o iraní, el exceso de capacidad manufacturera o la estrategia industrial nacional, y que cualquier intento de condicionar las negociaciones a medidas unilaterales -como sanciones extraterritoriales o restricciones tecnológicas- dañaría el clima de entendimiento.

El Gobierno chino defiende que ha cumplido su parte de los compromisos adquiridos con EE.UU., incluida la flexibilización parcial de controles a la exportación de tierras raras. En las últimas semanas, ha dado además algunas señales de distensión, como la suspensión de una investigación antimonopolio contra una filial de la estadounidense DuPont.