Decía hace unos meses Álvarez Pallete que el futuro dependerá en buena parte de la tecnología (y la formación para saber usarla) que sepamos poner en manos de quien quiera trabajar y tenía tanta razón como cuando adelantó que la IA va a requerir de la formulación de un nuevo contrato social. Al decirlo, evidenciaba un problema cierto de la economía española que no tiene tanto que ver con falta de talento –no es que seamos peores o menos capaces que los naturales de otros países- como con el uso que se da los recursos y la manera como se organiza la formación profesional, ocupacional y universitaria. Un estudio de la Fundación VASS y la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid ha cifrado ahora cuánto nos cuesta cada año esta disfunción: la falta de perfiles especializados cuesta a nuestro país 2.300 millones euros cada año. Eso, consideran, es lo que vale la actividad económica que no se genera como resultado de las carencias formativas de nuestro país.

Un 20% más de profesionales

Según el estudio, titulado Empleabilidad y Talento Digital, desde 2020 tenemos a 653.500 profesionales más trabajando en el sector tecnológico. Al tiempo, un 61% de las empresas que buscaban especialistas TIC en 2022 para cubrir vacantes tuvieron problemas para contratar y hasta 10.500 puestos técnicos se quedaron sin cubrir. Con perfiles adecuados, concluye el estudio, se podría crear en el sector un 15% más de empleo. ¿No disponemos de profesionales formados en tecnologías? Aunque parezca raro, no es así: nuestra tasa de especialistas TIC con estudios superiores es del 82%, pero la formación de partida de estos profesionales no era la que demandaba el mercado: han tenido que formarse posteriormente. Así, a nadie debe extrañarle que, de un tiempo a esta parte, proliferen escuelas como Ironhack que ofrecen formaciones alternativas con alto grado de empleabilidad en paralelo a la formación universitaria clásica.

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Y, no, los soft skills no son lo que más importa

El estudio habla también de las habilidades blandas o soft skills (resiliencia, poractividad, pensamiento crítico, escucha activa y demás). Por supuesto, no niega su validez, pero las posiciona en el punto que las corresponde: lo que las empresas necesitan son habilidades técnicas o, en el tan de moda inglés, hard skills: el 58,3% del personal que se contrata se contrata por estas habilidades y no por las blandas, que fueron sólo decisivas en el 41,7% de las contrataciones. Por tanto, si has de elegir, no lo dudes: antes buen profesional que proactivo resiliente escuchador.