En mercados cada vez más disputados como el energético o el bancario, captar nuevos clientes y fidelizarlos es el gran objetivo. Programas de puntos, regalos y bonificaciones diversas son la herramienta que utilizan bancos y empresas energéticas para que, cuando nos toca repostar, lo hagamos empleando su red de estaciones de servicio y paguemos con tarjetas asociadas a ellos o a ellas. Con el litro de carburante por encima de 1,50 euros, quien más quien menos vigila sus consumos y cualquier descuento que se ofrezca genera interés. Para disfrutar de los que se proponen, es imprescindible contratar determinadas tarjetas y pagar con ellas o, también, instalar aplicaciones y abonar el monto de cada repostaje vía móvil. ¿Merece de verdad la pena?

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Todo es relativo

Si eres de los que siempre repostan en gasolineras de grandes petroleras, seguro que te benefician pero, si desde que los precios de gasolinas y gasóleos se pusieron por las nubes, has sucumbido al atractivo de gasolineras locales o surtidores asociados, por ejemplo, a cadenas de supermercados, quizá las tarjetas que ofrecen bancos y energéticas te interesen menos. Con todo, y de un tiempo a esta parte, raro es el colectivo, grupo o entidad que no se saca de la manga una tarjeta que, las más de las veces, comportar descuentos.

El común denominador de todas es, sin embargo, la obligación de fidelizarse o convertirse en cliente cautivo. Lo vimos, por ejemplo, durante los meses de vigencia del descuento general de 20 céntimos que ofrecía el Gobierno el año pasado: rara era la cadena de gasolineras que, si pagabas mediante su aplicación, no añadía diez o quince céntimos más al descuento gubernamental. Ahora, las estrategias son otras y, así, mientras compañías como Cepsa ofrecen, si pagas en sus estaciones de servicio con tu Cepsa Mastercard, descuentos de hasta el 6%, grandes almacenes como Carrefour descuentan el 8% del coste de los repostajes si llenas en sus gasolinas propias y pagas con su tarjeta. Si utilizas ésta para pagar en otras gasolineras también hay descuentos, pero son menores. Repsol, al tiempo, se asocia con entidades como Caixabank, Ibercaja o el BBVA para ofrecer hasta 5 céntimos de descuento por litro y el Santander rubrica acuerdos don Shell y Galp para hacer lo mismo. Hasta Bankinter e ING se apuntan al asunto, en este caso también con Shell y Galp.

 

¿Merece la pena?

Sobre el papel, son todas bonificaciones interesantes que, además y en el caso de autónomos, facilitan la siempre compleja tarea de recopilar facturas a final de mes. Con todo, tiene un problema: se vinculan, siempre, a repostajes realizados en gasolineras abanderadas con la enseña de alguna petrolera. Si repostas en gasolineras independientes o de supermercado, el descuento no se aplica y, a veces también, las tarjetas que se contratan tienen un coste anual, aunque lo habitual es que el primer año sea gratuito. La diferencia de precio entre el carburante que se comercializa en una gasolinera abanderada y otro low cost oscila entre los diez y veinte céntimos. En Lleida, por ejemplo, este 25 de abril Repsol vendía el litro de 95 a 1,639 y la petrolera independiente Seroil, a 1,498. Queda, eso sí, el consuelo de pensar que el carburante de las estaciones abanderadas es mejor que el de las gasolineras low cost, pero eso no siempre es así.