Con el frío y la llegada de las primeras facturas energéticas invernales, muchos son los hogares que se plantean si conviene cambiar el sistema de calefacción. Las estufas de pellet, por confort, moda y consumo, son una opción por la que muchos se deciden, pero hay otras en el mercado. Una de las que mejores resultados ofrece si nos fijamos en el confort es el suelo radiante pero, ahora bien ¿tiene inconvenientes?

 

A largo plazo, ahorras

A la hora de valorar los pros y contras del suelo radiante eléctrico tenemos que tener en cuenta que, ganaremos en confort -la estancias se calientan muy deprisa- y, también, que reduciremos nuestra factura en torno a un 20% si comparamos el gasto de este sistema con calefacciones eléctricas tradicionales o de gas. Para funcionar, no precisa de temperaturas elevadas y, además, permite mantener el calor durante más tiempo y lo distribuye de una manera muy eficaz. También evitamos corrientes de aire, reducimos con ello el volumen de polvo y podemos mantener una temperatura constante de 20-25º con poco esfuerzo.

Mucha inversión

Para instalarla, y ese es su principal inconveniente, la inversión inicial es elevada: hay que levantar el suelo, hacer una obra de envergadura y las mallas calefactoras que instalaremos no son ni baratas ni fáciles de instalar.Por último, es necesario que recuerdes algo muy importante: los suelos radiantes no sirven para cualquier casa porque precisan de determinada inercia térmica o, lo que es lo mismo, de capacidad para retener la energía que se aporta y liberarla poco a poco. Si el suelo de tu casa es de madera, no sirve: es necesario que tengas baldosas o gres porcelánico.Más o menos, un suelo radiante sale por 100 euros el metro cuadrado, así que, si tu casa mide unos 100 metros, ve preparando 10.000 euros que, eso sí, recuperarás con el ahorro en el consumo si la luz no se vuelve a disparar.