Estados Unidos es uno de los destinos que más llama la atención, aunque se han puesto de moda otros lugares como Japón, China, Tailandia, entre otros, ciudades como Nueva York o California siguen siendo un gran reclamo. Pero no todo lo que reluce es oro. Nos podemos situar en Filadelfia para conocer uno de los barrios más peligrosos y oscuros, Kensington, perteneciente al estado de Pensilvania y muy cercano al límite con Nueva Jersey. Para conseguir un gran número de visitas, muchos creadores de contenido como Zazza el italiano, se atrevieron a saltar a la “zona roja” y han dado a conocer este peculiar barrio al que pocos se atreverían a visitar. Allí se habla ya de la crisis del fentanilo.
En Kensington parece que no pasan los servicios de limpieza, las calles están terriblemente sucias y con mal olor. En el barrio se concentra la mayor tasa de indigencia y gente en situación de calle, aunque el verdadero problema es la adicción de estas personas por el fentanilo, que se ha convertido en una droga. Y es que la medicina, que se utiliza para calmar el dolor y actuar en el sistema nervioso central, tiene un alto potencial adictivo. Puede ser fatal en muchos casos.
Viven en la calle en situación de pobreza extrema con la adicción al fentanilo
“Se inyectan agujas en brazos, cuello y entre los dedos de los pies. Cojean y cabecean. Algunos están tirados en el suelo y parecen estar muertos”, expuso The New York Times. Ahí que añadirle la situación de pobreza a la que están sometidas estas personas, así como su adicción al alcohol y la prostitución. Cada vez hay más personas porque se hacen adictos a este fármaco por su facilidad de conseguirlo en las calles.
En los últimos 20 años, medio millón de personas han perdido la vida por la adicción al fentanilo. Han habido tres olas importantes según los organismos de Estados Unidos. En los años 90, en el 2010 con la heroína y en el 2013 con el fentanilo.
“Ha afectado a Filadelfia con especial dureza, provocando un aumento de las muertes por sobredosis, así como de heridas graves que pueden provocar sepsis y amputaciones”. La droga es tan adictiva y peligrosa que Rahul Gupta, director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas, la calificó el año pasado de “amenaza emergente”. Hay personas que son capaces de pagar a otras para que les encuentren la vena y les inyecten el fármaco, ya que ellos no son capaces ni tan siquiera de sostenerse en pie. Las imágenes son escalofriantes.