La patata es un alimento básico de la dieta actual, si bien es una vieja conocida. Originaria de los Andes centrales, de la región que actualmente componen Perú y parte de Bolivia, ya se cultivaba hace más de 7.000 años. Después, llegó a Europa en el siglo XVI de la mano de la conquista española del imperio Inca. Adaptable a cualquier entorno, especialmente en climas templados como el europeo, y cargada de calorías y vitamina C, la patata se promovió a lo largo de los siglos como gran fuente de energía para la evolución de las sociedades humanas y como herramienta contra el hambre y la desnutrición. Tiene un bajo coste de producción, crece en ciclos rápidos de tres a cuatro meses, es muy nutritiva y, además, se puede preparar de mil maneras deliciosas, desde las bravas, a los ñoquis o una tortilla. Incluso sirven para hacer vodka, gracias a su alto contenido de almidón. Es por esta versatilidad y eficiencia que es tan popular: cada año se consumen cerca de 380 millones de toneladas de patatas, siendo un alimento básico para más de 1.000 millones de personas —cada persona consume unos 33 kilos de patata al año de media.

La Trinca siempre dijo que el hombre venía de la patata; pero, esta, a su vez, ¿de dónde viene? Ahora, la ciencia genética aporta algo más de información para esclarecer el origen de este querido tubérculo. Un estudio publicado en la revista Cell, y que lideran científicos de la Academia China de Ciencias Agrícolas, traza el origen de la patata moderna en el cruce natural que se produjo hace unos 9 millones de años entre un ancestro del tomate y una planta silvestre parecida a la papa. Los investigadores sostienen que este antiguo evento evolutivo desencadenó la formación del tubérculo, la estructura subterránea agrandada que almacena los nutrientes presentes en plantas como las patatas o los ñames. "Nuestros hallazgos muestran cómo un evento de hibridación entre especies puede desencadenar la evolución de nuevos rasgos, lo que permite que surjan aún más especies", afirma en una nota Sanwen Huang, que celebra que "por fin hemos resuelto el misterio del origen de la patata".

En apariencia, las plantas de patata modernas son casi idénticas a tres especies similares a la papa procedentes de Chile, llamadas Etuberosum. Sin embargo, estas plantas no producen tubérculos. Así, según el análisis filogenético que ahora se presenta, las plantas de patata están más relacionadas con los tomates. ¿Cómo es esto posible, que la patata y el tomate tengan un origen cruzado y que a su vez sean los alimentos tan diferentes que vemos y comemos a diario? Para resolver esta contradicción, el equipo de investigación chino analizó 450 genomas de patatas cultivadas y 56 de especies de patatas silvestres."Las patatas silvestres son muy difíciles de muestrear, por lo que este conjunto de datos representa la colección más completa de datos genómicos de patatas silvestres jamás analizada", asegura Zhiyang Zhang.

El equipo descubrió que todas las especies de patata contenían una mezcla estable y equilibrada de material genético tanto de Etuberosum como de plantas de tomate, lo que apunta a que las patatas se originaron a partir de una antigua hibridación entre ambas. Aunque Etuberosum y los tomates son especies distintas, compartieron un antepasado común hace unos 14 millones de años. Incluso después de divergir durante unos 5 millones de años, pudieron cruzarse y dieron lugar a las primeras plantas de patata con tubérculos hace unos 9 millones de años. "La evolución del tubérculo dio a las patatas una gran ventaja en entornos hostiles, lo que impulsó una explosión de nuevas especies y contribuyó a la rica diversidad de patatas que vemos y de las que dependemos hoy en día", añade Sanwen Huang.

Un gen del padre y otro de la madre

El equipo también rastreó los orígenes de los genes clave de la patata para la formación de tubérculos, que son una combinación de material genético de cada progenitor. Así, constataron que el gen SP6A, que actúa como un interruptor maestro que indica a la planta cuándo empezar a producir tubérculos, procedía del lado del tomate de la familia. Otro gen importante, llamado IT1, que ayuda a controlar el crecimiento de los tallos subterráneos que forman los tubérculos, procedía del lado del Etuberosum. Sin ninguna de estas dos piezas, concluyen los autores del estudio, la descendencia híbrida sería incapaz de producir tubérculos y, por lo tanto, no tendríamos la patata moderna de la que disfrutamos en tortillas y en cada bar con una buena salsa y una cerveza fría. En la excelente serie de televisión The Bear, que trata sobre un grupo de cocineros, siempre dicen que lo que crece junto, casa bien. Quizá por eso, las patatas y el ketchup hacen una combinación perfecta, porque vienen del mismo sitio.